Nikki y Leo crecieron en el vecindario Little Italy de Toronto, donde sus familias tenían un negocio de pizzas. Sin embargo, una pelea entre el padre de Nikki, Sal, y el padre de Leo, Vince, provocó que se separaran y fundaran sus propios restaurantes uno al lado del otro, lo que a su vez hace que Nikki deje a la familia para ir a Londres a estudiar cocina. Su jefa allá le da dos semanas para que prepare el menú de un nuevo restaurante y Nikki decide volver a Little Italy para inspirarse.
Comedia romántica que tiene una inspiración en Romeo y Julieta, pero con un nivel de dramatismo nulo. No hay nunca el menor riesgo de que algo salga mal para todos los personajes de la historia. Nikki (Emma Roberts) y Leo (Hayden Christensen) tiene poca química y básicamente dicen sus líneas de guión mientras preparan pizzas. Danny Aiello, en su último rol cinematográfico, aporta algo de nostalgia, porque lo veremos siempre como aquel pizzero de Do The Right Thing (1989). El director de la película, Donald Petrie, por otro lado, tiene una extensa carrera que incluye Mystic Pizza (1987) donde Julia Roberts, la tía de Emma Roberts tenía una remera igual a la de su sobrina aquí. Y eso es todo lo que se puede rescatar de Little Italy.
Es asombroso que en la actualidad una película se lance a la catarata de lugares comunes que aquí se ven sin sentir el más mínimo remordimiento. El momento culminante de la película hace décadas que ya ha sido parodiado y burlado por ser un cliché absoluto. Pero la película ignora por completo esas décadas de cine y no le importa nada. Hay algo de rebeldía en insistir con algo que ya no puede hacerse en serio. Tal vez no sea rebeldía, tal vez no sepan hacerlo de otra manera o estén empacados. No hay manera de salvar esta película fallida.