Una precuela de la exitosa serie de películas de 12 horas para sobrevivir (The Purge, 2012). Como su título lo indica, muestra el origen de la purga que es el centro de estos films y la serie. En un Estados Unidos sumido en el caos, el nuevo partido político en el poder, Los Padres Fundadores, decide poner a prueba una teoría sociológica. La idea es dar total libertad para cometer crímenes impunemente. El lugar elegido para la prueba es Staten Island. Los voluntarios que no abandonen el lugar recibirán una paga a cambio de ponerse chips que registren el lugar donde están en las doce horas de la prueba.
La película tiene un arranque lento y poco interesante. Debe informar a los nuevos espectadores, pero a todos los que conocen la historia de los otros films esto les resultará repetitivo e inútil. Se nota la bajada de línea política anti Trump en cada minuto, pero eso es una moda tan grande que parece más un recurso comercial que una convicción. Aun así, el contenido político es interesante. Los primeros treinta minutos parecen una versión televisiva de films como Boyz n the Hood. Luego la historia arranca y cobra vida, la película mejora.
Aunque no está filmada con particular maestría, el guión nos sumerge en el mundo de los films de John Carpenter. Algo de Escape de Nueva York, algo de esas historias de la gente de la calle peleando contra los poderosos. La película va creciendo en ese sentido, pero para cuando cobra su verdadera forma, termina de forma demasiado abrupta. Entre lo que tarda en arrancar y lo rápido que termina, solo queda una parte que vale la pena. No hay que conformarse con tan poco, no es imposible hacer una película buena de punta a punta. Y sí, trabaja Marisa Tomei en un papel secundario.