Cine Argentino

Carroceros

De: Mariano Frigerio, Denise Urfeig

Esperando la carroza (1985) es una película argentina dirigida por Alejandro Doria y protagonizada por un gran elenco de grandes actores del cine argentino. Aunque en su estreno el arranque de la película fue algo decepcionante y las críticas no fueron muy positivas, el boca a boca la hizo crecer y desde entonces su fama no ha parado de crecer. En VHS, en televisión, en DVD, en todos los formatos ha generado un culto a su alrededor. Sorpresivamente o no tanto, la era de las redes sociales le otorgó nueva vida. Desde innumerables memes evocando los diálogos más conocidos a grupos de fans que el rinden homenaje a una película que ya tiene treinta y cinco años de antigüedad.

El documental Carroceros alude desde su título al nombre con el cual se conoce a los fans de la película. La película de Mariano Frigerio y Denise Urfeig habla de la película, pero sus verdaderos protagonistas son los seguidores que mantienen viva la llama de esta popular comedia. Es admirable como ambas cosas conviven perfectamente. Al haber pasado mucho tiempo se puede hablar con más libertad de las limitaciones de rodaje y de las dudas. Los testimonios de muchos de sus actores aportan gracia, simpatía, y también información muy valiosa para ver las condiciones en las cuales se filmó este título con categoría de clásico.

Los directores eligen muy bien como armar la información para que aun los que no tenemos afecto alguno por la película nos encontremos fascinados por todo lo que se ve. Es más simpática Carroceros que Esperando la carroza. También es más sofisticada y entretenida. Muchos de los que participaron de la original ya no están, pero los que aparecen hacen su aporte, a veces desde anécdotas divertidas, a veces desde un material nunca visto, como Antonio Gasalla, a veces desde la emoción del recuerdo. El otro componente clave es ese personaje enigmático y deseado que es la casa de la película. El lugar donde se filmó se ha vuelto lugar de peregrinación, pero su dueña actual no deja entrar a nadie. Lógico, si se piensa cuantas personas pasan por ahí con ese fin. Muy bien usada su mística para darle un espacio de suspenso a la historia.

Y los fans, claro, porque la película es sobre ellos, los verdaderos carroceros. Hay sorpresas, momentos insólitos y una simpatía que arrasa. Hay emoción. El amor por la película es genuino e inocuo, a nadie dañan y se divierten mucho todos los fans del film. El montaje de la película no permite que los actores que trabajaron en 1985 se roben el show, todo lo que dicen está bien, pero es breve, exacto, sin desperdicio. Los fans tienen un despliegue mayor. Consiguen momentos hermosos y son el corazón de la película.