Víctor, Juan, y Manuel, tres matones de poca monta que trabajan para Roselli, un mafioso local, son enviados a encontrar a otro delincuente, quien se escapó con el botín de un robo. Cuando llegan a la casa en el campo, la situación se descontrola y los tres delincuentes se meten en un problema mayor. Ese es solo el comienzo de un desfile de personajes excéntricos, cada uno con su propia agenda y objetivos, dispuestos a cualquier cosa para salirse con la suyas.
El cine de género en Argentina tiene más dignidad que el cine político, por lo cual películas como Una tumba para tres se colocan por encima de gran parte del cine nacional. La película es una comedia policial que se parece a los comienzos de Robert Rodríguez y que muchos verán parecida al espíritu alocado de los films de Guy Ritchie y, sin exagerar, cosas de Quentin Tarantino.
Pero todavía no se ha logrado adaptar este tipo de películas al mundo del cine argentino. Los insultos desatados, los gritos y la locura no funcionan tan bien como en los directores citados. También el presupuesto limitado le pone un límite al impacto visual. No cualquier puede hacer El mariachi, la mayoría necesita más ayuda técnica y monetario. Pero ojo, tampoco El mariachi era una gran película, solo una simpática y prometedora sorpresa. Ya vendrá una película que consiga el paquete completo, por ahora son estos intentos genuinos pero con resultados limitados. Mención aparte merece la actriz Mónica Villa, quien encontró mejor que nadie el tono para su papel y la película.