Un cineasta (John David Washington) y su novia (Zendaya) regresan a su casa luego del estreno de la nueva película que él dirigió. Es una noche de festejo, la película ha gustado y posiblemente sea un éxito de taquilla también. Pero una discusión entre ambos inicia una serie de reclamos y situaciones ásperas que pondrán en duda el futuro de la relación.
El anecdotario de marketing nos informa que la película se filmó en secreto en una sola locación en tres semanas durante la pandemia. Muy interesante, los felicito, un abrazo grande grande y a la distancia para todos los que participaron del rodaje reducido. Qué aporta esta información a la hora de evaluar la película? Nada, cero, completamente irrelevante.
La película tiene solo dos actuaciones y aunque podría ser perfectamente una obra de teatro, el esfuerzo del realizador por convertirla en algo más cinematográfico funciona. No seas vagos, no está filmada como una obra de teatro. Esta vez, de verdad, la puesta en escena de algo que pudo ser teatral es cinematográfica. Pero eso no la hace buena, para nada. El director utiliza lenguaje cinematográfico pero es muy pretencioso. Hacerla en blanco y negro y la forma en la que usa la música remite a la nouvelle vague. Las charlas también recuerdan aquel período. Para ser justos, una mezcla de nouvelle vague con publicidad de perfume.
En cuanto al contenido de esas escenas lo más rescatable podría ser la angustia del encierro, algo que todos conocimos en el 2020. Sin embargo la casa es muy grande, el espacio alrededor lo es aun más y los protagonistas vienen de un estreno, por lo que el encierro fue para el rodaje, no para la historia que cuenta. Realmente una oportunidad desperdiciada. En algunos diálogos hay momentos buenos, situaciones interesantes, pequeños instantes dentro de una película que se ve muy seria pero que no tiene ninguna relevancia.