Daniel, un joven de veinte años, experimenta una transformación espiritual mientras vive en un Centro de Detención Juvenil. Quiere ser sacerdote, pero esto es imposible debido a sus antecedentes penales. Cuando es enviado a trabajar a un taller de carpintería en una pequeña localidad, a su llegada se hace pasar por sacerdote y termina haciéndose cargo de la parroquia del lugar. La comunidad local, desarmada por una tragedia reciente, encontrará en el joven la posibilidad de empezar a cerrar sus heridas.
Jan Komasa es conocido por haber estrenado un año después de este film la película Hater (2020) una mirada bastante despareja sobre las redes sociales y las noticias falsas. Aunque aquí mantiene el tono más local, sus ideas son igualmente desprolijas. Pasa de la sofisticación a la obviedad sin escalas. Todo el tiempo amenaza con volverse una película insufrible pero consigue esquivar la sensiblería en pos de una búsqueda más rebelde, más provocadora. En esa provocación la película logra llamar la atención, pero eso no la hace de ninguna manera una gran película, solo es un título con momentos incómodos y algunos interrogantes sobre los que nunca profundiza.