Rebelión en el presidio (Riot in Cell Block 11, 1954) es una de las películas más destacadas del primer período de la obra de Don Siegel. Su enorme éxito sería reforzado por el siguiente hit en la carrera del director, Invasion of the Body Snatchers (1956) y con estos dos títulos ya quedaría su nombre en la historia grande del cine. Varios clásicos clase A y su vínculo con Clint Eastwood, del cual Siegel fue maestro y mentor, lo terminarían de consagran como uno de los mejores directores de cine de todos los tiempos.
Este título de 1954 reúne varias características de la obra previa del realizador y marca las bases de lo que seguiría. La película arranca como un documental, mostrando la terrible situación de las cárceles en Estados Unidos. Recién ahí nos muestra una prisión y un sector de reclusos en el pabellón 11, donde están aislados los protagonistas del film. Comienza en dicho sector un motín cuyas consecuencias son imposibles de predecir.
Desde el prólogo se nota que hay una mirada muy crítica y sofisticada del conflicto. Los guardias novatos mal pagos, que no pueden vivir solo con un sueldo, los reclusos con trastornos mentales mezclados con los más peligrosos y otros que solo están ahí porque se saturó la población en los demás pabellones. Una denuncia de todo el sistema en todas las direcciones, pero siempre con el sentido narrativo y entretenido de Don Siegel.
Siegel había realizado documentales en la década anterior y conocía el género, también tenía una larguísima experiencia como montajista en Warner Bros. y todo esto sumado le otorgó una maestría para la economía de recursos. Nunca una película de Don Siegel es demasiado larga, todo está en función de la narración o se queda afuera. La película fue filmada nada menos que en la Folsom State Prison, legendaria cárcel que se volvería más famosa cuando Johnny Cash grabara Folson Prison Blues y luego realizara varios conciertos que se convertirían en leyenda. Tanto guardias como reclusos formaron parte como extras. Pero dos personas importantes del rodaje tenían un pasado carcelario. Por un lado el productor, Walter Wanger, que había servido un tiempo en la cárcel y por el otro el actor Leo Gordon, quien en la película interpreta al psicópata asesino Carnie y que había estado cinco años justamente en la cárcel del rodaje por robo a mano armada. Hubo mucha resistencia a su presencia en el film, ya que en la cárcel lo recordaban como alguien muy problemático. Director y productor del film insistieron en él para que se quedara en el elenco. Como parte del equipo también figuraba el novato Sam Peckinpah, quien sería un director muy importante a quien la experiencia de este rodaje marcaría de forma definitiva.
Tal vez la suma de todos estos elementos es lo que le da a Rebelión en el presidio una crudeza adelantada a su época. El contenido social y el tono amargo y oscuro del film lejos de impedirle abrirse paso en la taquilla se convirtieron en características muy valoradas por el público y la crítica. Pero al mismo tiempo Siegel nos otorga algunas imágenes espectaculares durante la película. El uso del pasillo del pabellón que hace el director es memorable. Varias escenas que sugieren el martirio y la condena de todos los personajes del film. Una mirada adulta para un clásico absoluto del género. Quentin Tarantino dijo que este era el mejor film sobre cárceles jamás realizado. Y si acaso algún título le pelea el podio es Alcatraz, fuga imposible (1979) también dirigida por Don Siegel y protagonizada por Clint Eastwood.