Los hijos de Sam: Un descenso a los infiernos (The Sons of Sam: A Descent into Darkness, 2021) es una miniserie documental de cuatro episodios cuyo título anticipa su condición de relato dual. Por un lado cuenta los infames crímenes cometidos en Estados Unidos en 1977 y el arresto del asesino conocido como El hijo de Sam y por el otro narra la historia de un periodista que se obsesionó con el caso y lo siguió mucho más allá de la investigación policial.
Entre 1976 y 1977 se cometieron en la ciudad de Nueva York una serie de ocho ataques en los que murieron seis personas y otras siete resultaron heridas. Esta ola de crímenes aterrorizó a la ciudad, convirtiéndose en uno de los fenómenos mediáticos más recordados de la historia. El pánico terminó cuando David Berkowitz fue arrestado y él confesó ser el responsable de los ataques y la persona que escribía mensajes con el nombre de El hijo de Sam. La policía, orgullosa, cerró el caso lo más rápidamente posible, pero un periodista, Maury Terry, no estaba convencido de que la autoría de los crímenes fuera de un solo individuo.
El documental sigue a obsesión de Terry y sus teorías, al mismo tiempo que despliega un material de archivo digno de un evento tan notable como los crímenes de El hijo de Sam. A diferencia de otras docuseries recientes, las trampas narrativas nunca caen en la deshonestidad de mentir con pistas que no llevan a ningún lado, aunque debido a la naturaleza del periodista protagonistas de la historia, su propia investigación se va volviendo por momentos demasiado amplia. Cuando el material de archivo cae en alguna repetición, entonces nos damos cuenta de que estamos lejos de las pruebas y cerca de las teorías. La serie cae un poco en ese aspecto, pero se sostiene porque queremos conocer hasta donde pudo llegar Maury Terry.
El episodio inicial parece una película de ficción, hay que reconocer que los camarógrafos de aquellos años hacían algo más que poner la cámara, hay varios planos que son estéticamente asombrosos. La voz en off de Paul Giamatti es exacta, sobria y levemente actuada a la vez, el tono justo. Después todo cae un poco pero en paralelo crece la angustia. Hay mucho material recuperado incluso para aquellos que conocemos la historia del asesino. Hay algunas sorpresas y nos olvidamos del criminal para preocuparnos por el investigador. Se han hecho tantos documentales sobre asesinos que tal vez hemos entrado en la tapa de los documentales sobre investigadores. Lo que asombra es que con un buen material de archivo y un evento espectacular como punto de partida, se podrían hacer una docena por cada caso. Este es uno de ellos, la historia del periodista Maury Terry y su descenso a los infiernos.