Hendrik es un chico de dieciséis años de una gran ciudad. Está molesto porque su madre se mudará con él y su hermano pequeño Eddi a una aldea en el sur de Austria. Pero la situación es aún peor, los lugareños evitan la nueva casa familiar por motivos que Hendrik y su familia desconocián al mudarse. Los lugareños dice que la casa ha estado encantada desde que una madre envenenó a sus dos hijos allí décadas atrás. Cuando Eddi, que es sonámbulo, empieza a grabar extraños símbolos en las paredes, Hendrik y sus amigos emprenden una búsqueda para descubrir el secreto siniestro que esconde la casa.
Es interesante ver como el catálogo de Netflix tiende a convertir a todas las películas del mundo en productos parecidos. Salvo por el idioma -que puede ser reemplazado por el de casa país- no hay tantas señales claras de identidad. Si bien se nota que no es una película de Hollywood, las reglas son en general las mismas y el tono de película de terror liviana podría haber sido logrado en cualquier lugar del planeta. Una película recomendable solo para quienes quieran acercarse al género sin exponerse a sus variantes más violentas o sangrientas. Paredes siniestras es casi una película de terror para chicos.