Peliculas

Boss Level

De: Joe Carnahan

El montaje es, para muchos, la esencia del cine. No se trata del corte exacto al pegar dos planos, sino la idea general de construcción de la narración. Una estructura armada mediante la utilización de ciertos planos que, unidos, dan un significado que solo está en la cabeza del espectador. Hay toda clase de discusiones acerca de esto y casi siempre disfrutamos de las películas sin prestarle mayor atención. Pero de un tiempo a esta parte hubo un subgénero del cine que ha conseguido que el montaje tenga una brillantez renovada. Una combinación de perfección narrativa, uso deslumbrante de la elipsis y una mezcla de humor, acción y emoción que son cine en estado puro.

Aunque no lo fundó, esta estructura a la que nos referimos surgió en esa obra maestra llamada Groundhog Day (1993) dirigida por Harold Ramis, con guión de Danny Rubin y Harold Ramis y montaje de Pembroke J. Herring. Un día que se repite y se repite y donde el solo el protagonista tiene memoria de lo vivido en cada una de esas jornadas. Hecho con inteligencia el género funciona prácticamente siempre. Incluso en películas menores, su efectividad es muy alta. Boss Level trae este recurso al cine de acción y, con abierta devoción al film de Ramis, consigue resultados sorprendentes. En medio de una oferta cinematográfica pobre, dispersa, confusa y arrastrada detrás de las series, Boss Level es una bocanada de aire fresco y una esperanza para los que amamos el cine.

Roy (Frank Grillo) es un veterano miembro de las fuerzas especiales de Estados Unidos, ya retirado. Como una patada voladora, la película arranca con todo: una y otra vez Roy se despierta con alguien que intenta matarlo con un machete. Aunque al empezar la película lo vemos esquivar el ataque inicial, unos segundos después entendemos que las complicaciones de su día son muchas y que su muerte ocurre una y otra vez. De las maneras más brutales, absurdas y sangrientas, Roy muere sin lograr descubrir porque pasa lo que pasa y quien es el responsable de todo.

El nivel del jefe al que alude el título es una referencia explícita al mundo de los videojuegos, donde uno debe morir una y otra vez hasta aprender cada movimiento, cada paso y cada trampa. El jefe del título es el coronel Clive Ventor, interpretado por Mel Gibson. Sí, Mel Gibson, porque esta película es así de generosa con los espectadores. Pero hay más, Roy está separado de su mujer, Jemma Wells, interpretada nada menos que por Naomi Watts. Tal vez sea ella la que lo ha metido en este bucle temporal por motivos que el propio Roy desconoce pero que posiblemente tienen que ver con el trabajo de ella con el coronel. El elenco tiene varios hallazgos más dentro de un casting perfecto, no lo contaremos acá para permitir que el espectador de sorprenda.
El director de la película es Joe Carnahan, cuyo primer film famoso fue Narc es del 2002. Ha paseado por diferentes tipos de cine de acción, más personales o convencionales, pero acá, en este título clase B parece sentir muy a gusto. Él escribió el guión junto a Chris Borey y Eddie Borey. El montaje es de Kevin Hale. Aunque es posible que él que más responsabilidad tenga en la película sea el veterano actor de cine y televisión Frank Grillo. Con una prolífica carrera que no se detiene, Grillo se ha convertido también en productor, mientras comparte cartel con estrellas de otra época, aprovechándolas como nadie. Su sentido del humor, su capacidad para burlarse de sí mismo y su indiscutible condición de héroe de acción lo hacen el protagonista perfecto para Boss Level.

Boss Level es la clase de película que nos recuerda porque nos gustan las películas. Hay acción, emoción, mucho humor, gore, velocidad narrativa, inteligencia y, en resumen: amor por el cine. Sí, se conecta con el videojuego, pero solo para demostrar que son los videojuegos los que tomaron del cine el drama y la estructura. Son muy pocos los que hoy apuestan a este cine. No hay preocupación ideológica alguna, no hay bajadas de línea. Hay alguien que es malo, hay alguien que es bueno. Hay muchos obstáculos en el medio. Pero también hay un objetivo por cumplir. Solo el final es un instante de desconcierto que le impide al film ser perfecto. Pero casi perfecto es suficiente para recomendarlo una y otra vez, en una constante repetición, hasta que aprendan porque el cine llegó a ser lo que es en nuestras vidas.