Darren (Michael Ealy) es un exitoso agente deportivo que lleva una buena vida junto a su esposa. Con algunas acerca de su matrimonio y su mujer, Darren viaja a Las Vegas con su socio y por el consejo de este decide tomarse una noche de soltero. Vive una noche de sexo con una desconocida (Hilary Swank) y cree que todo termina allí. Pero ya de regreso en su casa sufre un violento asalto y la detective Val Quinlan, encargada de resolver el caso, es la mujer de aquella noche.
Estamos en el siglo XXI y hace rato que la estructura de Atracción fatal ha sido actualizada y cambiada varias veces. El punto de vista de Fatale es doble. Vemos la vida de Darren, pero también la de Quinlan (el mismo apellido del detective de Touch of Evil, el clásico policial de Welles). También hay flashbacks en la vida de la detective, con lo cual la película posterga la verdadera trama de la historia y deja un margen para las vueltas de tuerca.
Pero si durante la primera parte la película se las ingenia para mantener el interés, en la segunda mitad desbarranca de forma insólita. Con una catarata de referencias a los films de Alfred Hitchcock y su discípulo Brian De Palma, la película narra de forma muy torpe esta trama policial y sexual sin lógica ni sentido alguno.
Hilary Swank, ganadora de dos premios Oscar a la mejor actriz, es la productora de la película y se reserva un rol algo ingrato para los grandes trabajos que supo hacer en el pasado. Su filmografía no es del todo mala, pero claramente ha realizado varios títulos como este, a los que semejante actriz le queda grande, incluso incómoda. La película cierra con un consejo final tan bobo como fuera de tono, pero no exento de cierta lógica según la película.