Un misterioso ex agente del servicio secreto, Richard Brumére, debe regresar urgentemente a Francia cuando su hijo del cual ha estado alejado desde hace años es acusado falsamente de tráfico de armas y drogas por el gobierno. Jean-Claude Van Damme es el agente deberá enfrentarse a la mafia responsable de esta operación y a los torpes burócratas que se dejan engañar. La película es una comedia, con acción, claro, pero comedia al fin. Es una clásica película ligera que aprovecha a una estrella veterana cuyo esplendor quedó atrás hace tiempo.
Pero en su simpleza y su humor tonto, la película igualmente encuentra un tono gracioso y amable. Van Damme se ríe de sí mismo y de toda su carrera. Parodia todo a un nivel tal que incluye hasta los chistes que se hacen sobre él en las redes. Una comedia fácil de querer, pero a la que hay que aceptarle sus claras e inocuas limitaciones. El actor no ha tenido la suerte de otros héroes de acción, que han podido hacer comedias en su esplendor. Aun así Van Damme hace un enorme esfuerzo por seguir dando pelea y tiene nobleza en sus permanentes internos por reinventarse año atrás año.