Cuando se hace mucho hincapié en que una película está basada en un libro hay que asumir que la mayoría de los espectadores no han leído ese texto y que lo único que tienen frente así es la película. Las intenciones, temas, estilo y significado del libro no tienen absolutamente nada que hacer frente a la película. Adivinar sofisticación, complejidad y profundidad, son trabajos vacíos ya que no hay nada más que lo que vamos a ver. Distancia de rescate, como cualquier película, no debe recibir ni festejos ni ataques en relación a su vínculo literario. La película tiene imágenes lo suficientemente poderosas como para que entendamos su uso del lenguaje cinematográfico.
El título alude a la distancia que Amanda imagina que debe estar de su hija para poder rescatarla en caso de que sea necesario hacerlo. Ella y la pequeña pasan unas vacaciones en un pueblo pequeño en Argentina y está claro desde el inicio que los temores de la protagonista se convertirán en el centro de este enigmático y enredado film. Una vecina llamada Carola, lejos de ahuyentar los temores de Amanda parece enfatizarlos con lo que le va mostrando de su vida. Todo el clima es de un sueño, de una pesadilla, donde las sensaciones son más fuertes que las resoluciones y donde la ambigüedad está en el corazón mismo de la historia.
Marina Valverde interpreta a Amanda y Dolores Fonzi a Carola. Ambas están bien en sus roles pero Fonzi arrasa con su fotogenia absoluta en un papel que solo alguien preparado para el cine puede llevar a buen puerto. La directora consigue grandes momentos visuales pero se termina enredando en elementos crípticos para hacer más complejo algo que no necesitaba serlo. Más en los momentos que en el todo, la película va perdiendo fuerza y termina con un final muy por debajo de las ambiciones iniciales.