Atentado en el estadio (Final Score, 2018) es una prueba más de la vigencia de Duro de matar (Die Hard, 1988) el clásico dirigido por John McTiernan y protagonizado por Bruce Willis. Esa estructura del héroe solitario en el lugar equivocado en el momento correcto comenzó a repetirse desde aquel momento y no pasa un año sin que haya un puñado de ejemplos nuevos. Acá, incluso, la película también evoca a otro título de inspiración en Duro de Matar: Muerte súbita (Sudden Death, 1994) protagonizado por Jean-Claude Van Damme.
Michael Knox (Dave Bautista) es un militar norteamericano que aunque está retirado de la fuerza sigue haciendo trabajos en todo el mundo. La esposa y la hija de su mejor compañero, muerto en combate, viven el Londres y él va a visitarlas. Su idea es llevar a la joven a ver un partido de fútbol internacional. Pero en ese mismo partido un grupo terrorista que amenazará a volar el estadio si no le entregan a uno de los espectadores, un viejo revolucionario (Pierce Brosnan) que ha vivido en Londres durante años con una identidad nueva.
Aunque la trama tiene toda clase de problemas de lógica y un estadio no es el Nakatomi Plaza, la película se abre paso de forma veloz, con buenas escenas de acción. Mientras se parece a Duro de matar, funciona bastante bien, pero cuando se tiene que diferenciar y encontrar su propio camino se complica bastante. Cuando llegan los momentos culminantes la película expone sus limitaciones, hace evidente lo mediocre del guión y cierra como puede, intentando no pagar las consecuencias del delirio que ha llevado adelante. Pero ha quedado en evidencia que no pensaron demasiado algunas cosas y la película se derrumba en detalles demasiado evidentes y hasta un poco ofensivos para la inteligencia del espectador.