Lo más interesante de esta película navideña es como expone las diferencias entre la década de los ochenta y la actualidad. Cuando una hija le pide a su padre un smartphone, el decide contarle la historia de cómo años atrás, un grupo de niños estaba obsesionado por tener una consola Nintendo. No hay mucho más en esta película, pero los chistes funcionan, la nostalgia está aplicada de manera correcta y las locuras del pasado son captadas a la perfección. Al ser una película navideña, es inevitable un poco de sentimentalismo, porque ese es el código del género. Comediantes talentosos como como Steve Zahn y Neil Patrick Harris logran que el humor sea efectivo, aun cuando los verdaderos protagonistas sean aquellos niños que movieron cielo y tierra para tener su Nintendo. Por encima del promedio de los productos navideños, por debajo de sus clásicos.
