King’s Man: El origen (The King’s Man, 2021) dirigida por Matthew Vaughn es el tercer film de la trilogía comenzada con Kingsman: El servicio secreto (Kingsman: The Secret Service, 2014) y continuada por Kingsman: El círculo dorado (Kingsman: The Golden Circle, 2017). Tres films que difícilmente puedan ser tomados como una unidad, porque esta precuela destruye y traiciona el espíritu de los primeros dos films.
King’s Man: El origen es un drama ambientado en los días previos a la Primera Guerra Mundial. Un alegato antibelicista que crítica el colonialismo británico y discute el patriotismo del Reino Unido. Un relato solemne que evita hacer chistes o generar situaciones simpáticas a lo largo de gran parte de sus dos horas de duración. Quien conozca y disfrute de los dos films anteriores tal vez crea que esta descripción del nuevo título es imposible. Pero lamentablemente es así. Pasan los minutos y no hay nada que se parezca al espíritu de los films de Kingsman. Asumimos que el prólogo ambientado en Sudáfrica en 1902 es dramático para ponernos en clima, pero no. La bajada de línea política antibritánica asoma su nariz por primera vez allí para cerrar con una promesa de pacifismo por parte de un marido a su esposa que por supuesto será difícil de cumplir, ya que luego pasamos al contexto que ya anunciamos antes.
El espectador que pagó la entrada para ver más de ese humor provocador y esas adorables escenas de sangre y locura que caracterizaron a los otros films, tardará en notar que todo ha cambiado. No hay más chistes, no hay más simpatía, no hay nada que hacer para salvar la película que ha decidido ir en dirección contraria a su esencia. A medida que pasan los minutos cobra algo de vida al usar personaje históricos y deformarlos para estar al servicio del guión. Cuando se vuelve irresponsable y atrevida, algo de la simpatía original parece cobrar vida, pero luego retrocede para generar golpes bajos absurdos y forzados. Promete un misterio que no es tal, al ocultar un villano que es más que obvio. Solo dos escenas de acción funcionan un poco, pero están pobremente ejecutadas. Es raro, porque el director de los tres films es el mismo.
Pero King’s Man: El origen tiene un problema más complicado y es que no se sabe quien es el protagonista. Ralph Fiennes interpreta a Orlando Oxford, un duque que ha sido condecorado en su paso por el ejército. Intenta que su hijo Conrad (Harris Dickinson) no siga sus pasos, ya que le ha prometido a su madre que lo alejaría de la guerra. Orlando y Conrad se disputan ese protagonismo en la historia pero no queda muy claro hacia donde va el relato. Esa confusión hace que toda la película esté algo fuera de tono, buscando un centro.
Más interesante son los personajes secundarios, aunque son desaprovechados por la falta de humor del guión. Los disparates históricos pueden hacernos creer que se trata de una parodia. Pero Orlando Oxford bajando línea todo el tiempo rompe cualquier esperanza de que la ironía sea lo que anime el espíritu del film. Es normal que el primer film sea el mejor, pero es muy raro el cambio de tono y género que se acá. El potencial era extraordinario, el resultado es lamentable. Es una película mediocre, pero sabiendo como son los dos títulos anteriores, es realmente un insulto.