Los superhéroes se convirtieron en un género en el siglo XXI y como tal se han diversificado como nunca. En general, la televisión y el cine no habían explorado las complejidades y posibilidades que estos personajes habían alcanzado en los comics. Pero con el éxito masivo de tantos personajes, todo se amplió y cualquier idea es bienvenida. Ahora los superhéroes pueden jugar como lo hacen el resto de los géneros, como lo hacen desde hace décadas las historias de espionaje y los policiales, por ejemplo. Peacemaker es una comedia entretenida y sorprendente, pero no hay que distraerse, también es la prueba de la madurez del género.
Cada serie responde a la época en la que fue hecha y no puede ignorar el entorno. Peacemaker tiene la astucia de formar parte del presente y hacer malabarismos con todos los tópicos que hoy son materia de debate, temores y limitaciones. El personaje protagónico, Christopher Smith/Peacemaker (John Cena), es un héroe, un antihéroe, un payaso y un bravucón. Tiene una nobleza anidada en el corazón pero a la vez una fuerza desatada que lo puede convertir en un monstruo. Es como todos los personajes de Arnold Schwarzenegger en uno solo, el de acción y el de las comedias, un terminator en el kinder. Por eso la serie es una comedia de acción que coquetea con el terror y también se mete en el drama. Y lo más raro de todo, Peacemaker es un spin off de una película, The Suicide Squad (2021) que, como todos saben, tiene también como creador a James Gunn, guionista y director de la serie y la película.
No soy un fanático de James Gunn y no me gusta mucho The Suicide Squad, así como tampoco me gustó el personaje de Peacemaker en esa película. La mezcla de tonos de aquel film no terminaba de cerrar, aun cuando está claro que no era la intención del director. Pero algo vieron en el personaje que los hizo sacarlo y ponerlo en un nuevo contexto. Una extraña reivindicación en una serie que tiene la rara cualidad de ser un camino de redención y aprendizaje. Aunque está confirmada la temporada 2, queda claro que lo importante se cuenta en estos primeros episodios. Lo que viene podrá ser mejor o peor, pero ya no podrá repetir las ideas de la temporada inicial.
Peacemaker es una serie bien actual. Tiene un distanciamiento irónico por momentos y luego se lanza a la emoción y la empatía sin ningún pudor. Pasaje del festejo a la crítica implacable. Entiende el lado seductor del heroísmo violento pero al mismo tiempo avisa de sus contradicciones. Siempre, pero siempre, haciendo reír con un humor absurdo que nunca abandona. Al concentrarse en un protagonista, Gunn logra establecer mejor su punto de vista y aunque ya lo conocemos, recién acá descubrimos los matices y la complejidad de este personaje. Hay mucho riesgo en la historia, pero a la vez todo está bajo control. No es una serie para chicos, su violencia es extrema y aun siendo artificial es impactante. Su contenido sexual y su tono es demasiado para los chicos, pero queda claro que es algo que el director quiso hacer antes y recién en este formato consigue liberarse un poco. Tal vez sea lo más demagógico que tiene, pero una vez que uno se acostumbre es parte del paisaje de la serie.
Peacemaker comienza cinco meses después de la misión en Corto Maltese, es decir de la historia que se contaba en El escuadrón suicida. Christopher Smith, más conocido como Peacemaker (John Cena) está en el hospital, de donde es dado de alta. las heridas y es dado de alta del hospital. La organización A.R.G.U.S. se contacta con él y le da la opción de unirse a ellos para una misión o terminar en prisión. Este grupo ecléctico que será su equipo está conformado por una pandilla de raros. Clemson Murn (Chukwudi Iwuji), Emilia Harcourt (Jennifer Holland), John Economos (Steve Agee) y la novata Leota Adebayo (Danielle Brooks). Peacemaker terminó El escuadrón suicida siendo un verdadero villano y así es como comienza la serie. Todos a su alrededor lo ven de esa manera, todos excepto él, que no ha entendido del todo que es lo que ha hecho mal.
La serie está construida a partir del protagonista y su vínculo con cada uno de los personajes. Con cada uno de ellos debe ir cambiando su relación, aprendiendo y desaprendiendo, dependiendo del caso. Aparece también su padre Auggie (Robert Patrick, el inolvidable villano de Terminator 2). Auggie/Dragón blanco es quien le suministra los equipos y la tecnología. Es su principal ayuda, pero también es su peor pesadilla. Auggie lo ha convertido en lo que es. En los comics el personaje no es el padre, pero el cambio le da un sentido nuevo a la historia. Auggie es abiertamente racista, completamente intolerante, algo muy complicado teniendo en cuenta el tono humorístico de la serie. De esta forma Peacemaker queda entre dos mundos, el de Auggie y el de su nuevo equipo, en particular Leota Adebayo, que es todo lo contrario a lo que un supremacista querría. La química entre John Cena y Danielle Brooks es de lo mejor de la serie, aunque todo el elenco está impecable. Otro logro memorable es la mascota de Peacemaker, Eagly, un águila calva, ave nacional de los Estados Unidos, obligatoria para un personaje como él. En cualquier otra serie la mascota sería un perro simpático, acá es un águila. Siempre aporta humor, ya que tiene comportamiento de mascota y se le otorga actitudes casi humanas. La graciosa inverosimilitud de Eagly es maravillosa.
Eagly tal vez sea una de las claves para entender que se trata de una comedia, no importa lo que pase en el medio. Lo mismo ocurre con la hermosa secuencia de títulos, imposible de ser saltada, porque el baile del protagonista y de todo el elenco es el anuncio de que se trata de una comedia y nada de lo que pase allí debe ser tomado con gravedad. Hace años que las secuencias de títulos pelean por ser espectaculares, pretenciosas, solemnes, oscuras. Peacemaker es todo lo contrario. Todos bailan, todos. La simpatía es total. La claridad de ese inicio ayuda a entender toda la serie.
Con episodios de cuarenta minutos, breves para tanta acción, Peacemaker sigue, en muchos aspectos, el tono y el lugar que en otras épocas ocuparon El Superagente 86 o Martillo Hammer, dos clásicos de las series paródicas capaces de ironizar sobre el espionaje y la policía. Si se vuelve sobre esos personajes se descubrirán muchos puntos en común. Hay un recordado episodio de Maxwell Smart donde el Superagente dice que si las grandes potencias no aceptan desarticular su poder nuclear, habrá que tirarles una bomba atómica. Es el discurso sobre la paz de Peacemaker, casi literalmente, palabra por palabra. De Martillo Hammer tiene, claro, al protagonista violento e incorrecto y el contrapunto de su compañera que lo deja en evidencia todo el tiempo. Ni Hammer era una serie ofensiva, ni tampoco lo es ahora Peacemaker.
Está claro, de todas formas, que no es para todos los gustos y, hay que repetirlo, no es para chicos. Brevemente intenta ponerse un poco seria, preocupada por ciertas lecturas ambiguas que podrían surgir, pero la mayor parte del tiempo confía en la inteligencia de los espectadores. La serie arranca con un villano que cree ser un héroe para luego ser una serie sobre un héroe renacido de las cenizas de un villano. John Cena, como antes lo supo ser Dwayne Johnson, demuestra que los luchadores de lucha libre tiene mucha más pasta de actores que mucha gente salida de años del conservatorio. El histrionismo físico de la lucha los convirtió en bufones gigantescos muy versátiles para el cine y las series. James Gunn pone su sello cuando muestra momentos de comunión y amistad entre los protagonistas. En medio del caos y la violencia, esta pandilla salvaje de freaks sabe cómo emocionar. Es una gran serie que no debe ser tomada a la ligera. Su simpatía, para los que decidan aceptarla, es absolutamente encantadora.