Un hombre (Jason Segel) irrumpe en la casa de vacaciones vacía de un multimillonario tecnológico (Jesse Plemons), pero las cosas se complican cuando el magnate y su esposa (Lily Collins) llegan a la casa de forma sorpresiva.
Producida por los tres protagonistas esta película hace uso y abuso del recurso de tres protagonistas en una locación única con tan pocas ideas que parece una obra de teatro barata llevada al cine. Cuando se entiende que ese será el esquema de la película la historia queda detenida y se alarga la trama hasta lo intolerable. Una música que emula a los films de Alfred Hitchcock es una de las varias pretensiones de importancia que la película intenta darse sin buenos resultados.
Habrá tiempo para hablar, para bajar línea, para hacer catarsis, para parecer, nuevamente, una mala obra de teatro. Los personajes no tienen nombre, el guión es completamente inverosímil y la resolución es inevitablemente mala. Noventa minutos a los que hay que huirles como a la peste.