Hombre vs abeja es una versión extendida, modernizada y adaptada del humor con el que Rowan Atkinson se hizo famoso a nivel mundial. No importa como se llama el personaje de esta serie, todos pensamos en Mr. Bean. Y no, claro, no es Mr. Bean, sino un señor llamado Trevor, que en la escena inicial está frente a un tribunal, acusado de haber cometido toda clase de desastres contra la propiedad y puesto en riesgo la vida ajena, tanto de animales como de personas. Cuando se enumeran los cargos contra él, vemos las imágenes del desastre, es decir que vemos un anticipo de casi toda la serie.
Ese montaje alocado y gracioso parece no tener sentido alguno, excepto para quienes conocemos a Rowan Atkinson, justamente el actor que desde 1990 y en repetidas ocasiones interpretó al famoso personaje de Mr. Bean. Cuando lo condenan, eso también aparece en esos primeros minutos, una pareja festeja y su familia se entristece. Al permitírsele declarar algo él solo atina a decir: había una abeja… Y ese es el puntapié inicial, una abeja que volverá loco al protagonista. Lo pequeño, lo cotidiano, convertido en un desastre mayúsculo.
Una pareja millonaria vive en una casa moderna y lujosa, hiper tecnologizada, llena de obras de arte y objetos tan costosos como delicados. Deben irse de viaje y contratan a una empresa de cuidadores. Es Trevor el empleado que llega a su puerta para encargarse del trabajo. Nunca lo ha hecho antes. ¿Qué podría salir mal? La pareja no está del todo convencida, pero él les dice que no se preocupen, que todo está bajo control. Exactamente lo que los espectadores saben que es falso y por lo que, después de todo, nos sentamos a ver la serie. Esperamos el humor en base a todos los desastres que puedan ocurrir.
Cada episodio tiene el elemento característico del humor de Mr. Bean, un acto pequeño, un problema que debe resolverse de forma discreta y sin dejar huella. Un simple error que no debe pasar a mayores, hasta que pasa. Tanta certeza tiene el actor de su estilo que por eso nos anuncia todo al comienzo. No nos interesa el final tanto como el camino que nos ha llevado a él. Atkinson realiza comedia física, mayormente muda, aunque no tanto como lo hacía antes. Su cuerpo y su rostro son la herramienta del humor, los diálogos son mínimos y ocupan un espacio pequeño en comparación.
Émulo de Buster Keaton, Jacques Tati y Jerry Lewis, Atkinson expone la guerra de los seres humanos contra el mundo cotidiano. Una batalla inmemorial entre las personas y los más pequeños problemas que surgen y resultan titánicas tareas a resolver. En esa locura de la vida diaria está el humor de Trevor, este heredero de Mr. Bean que durante nueve cortos episodios mantiene viva la llama de un humor que no envejecerá nunca.