Tiempo de valientes (2005) fue un éxito instantáneo al que el boca a boca siguió beneficiando durante muchas semanas. Damián Szifron ya había dirigido El fondo del mar (2003) pero su ópera prima había tenido una recepción más reducida. El nombre de Szifron ya era sinónimo de Los Simuladores (2002-2004) y esta película es posible que haya sido un éxito porque habita en ella un espíritu en común con la serie. Tiempo de valientes es una comedia policial, una “Buddy Movie” (una película de compinches, de amigos) completamente de manual. Dos personajes muy diferentes unidos por una aventura inesperada. No hay nada nuevo en la película y al mismo tiempo no hay nada igual en el cine argentino. El talento de un director es tener éxito allí donde parece que cualquier puede triunfar pero la mayoría fracasa. Muchas películas argentinas buscaron este camino con resultados horribles. Tiempo de valientes da en el clavo desde el minuto uno.
Howard Hawks decía que cuando había una película con humor intentaba que la escena inicial no fuera graciosa, porque de serlo el espectador tendría las expectativas de risa demasiado altas. En Tiempo de valientes ocurre algo así. El mismo esquema también tenía, por ejemplo, Arma mortal. Acá un doble crimen nos presenta a los villanos. Luego sí, cuando ya quedó en claro que esos personajes no son graciosos, conoceremos a nuestros héroes. Las dos víctimas del crimen inicial son declaradas desaparecidas y el caso se le asigna al detective de policía Alfredo Díaz (Luis Luque). Díaz está deprimido porque ha descubierto que su esposa le es infiel y se ha separado. Sus superiores tienen dudas acerca de su estabilidad emocional y le asignan un psicólogo para que lo acompañe y le permita trabajar su angustia. El elegido para ese trabajo es Mariano Silverstein (Diego Peretti), que tiene una causa por un accidente de auto y debe hacer una tarea comunitaria para pagar su falta. Luque es de la vieja escuela y Silverstein es un personaje más moderno, acomodado económicamente y con ideas progresistas.
Además de la mencionada Arma mortal (1986), la película está claramente marcada por 48 horas (1982). Tiene en común con esas películas el humor combinado con la acción y el aprovechamiento de la química de los protagonistas.Luque y Peretti tienen el timing de comediantes adecuado, por supuesto, pero el mérito principal está en el director, también gran guionista. El concepto de héroe en el cine norteamericano no es igual al que se tiene en Argentina, por ese motivo hay que ajustar detalles sin perder el sentido heroico de los dos protagonistas. Una buena combinación de respeto por los géneros y algo de revisionismo también. Una película muy graciosa que mete una trama policial de bajo presupuesto sin que se sienta que a la película le falta algo. Está claro que no puede hacerse un film de acción muy espectacular sin un presupuesto grande, pero Szifron se las ingenia para resolver bien las cosas. Su sentido del humor, muy parecido al de Los simuladores, hace el resto. También hay algo de Jack Lemmon y Walter Matthau en los opuestos que llevan adelante la historia.
Y un elemento que también la acerca a Los simuladores es la dignidad y el coraje de los compañeros de Díaz, policías a los que no se les da valor pero se la terminan jugando por lo correcto, héroes cotidianos, cercanos, posibles. Después de Tiempo de valientes Szifron volvería a la televisión con los diez episodios de Hermanos & Detectives, otra gran serie. Trabajó en otros proyectos pero su regreso con gloria fue en el año 2014 cuando estrenó Relatos salvajes, otro récord de taquilla de éxito mundial e incluso una nominación al Oscar a mejor película extranjera. Sin embargo, Relatos salvajes no tiene el tono del resto de la obra del director. De pronto todos los valores de solidaridad, camaradería, honestidad y valentía quedaron de lado y todo fue venganza, resentimiento y lucha de clases. A pesar del presupuesto y la calidad de Relatos salvajes algo de su sensibilidad clásica había desaparecido. Tal vez por eso sea una gran noticia que Los simuladores vuelvan en forma de película en el año 2024, como ya fue anunciado.
Tal vez en ese cambio del cine de Szifron haya una explicación social o política, pero en realidad yo imagino que se trata de una búsqueda como la de cualquier artista. Tiempo de valientes tiene el éxito y la fama que merece y vista hoy se mantiene intacta. Es muy graciosa y está filmada con estilo, es un ejemplo de narrativa efectiva sin preciosismos pero con oficio. Una clase de cine que se hacía poco en Argentina y ahora directamente ha desaparecido por completo. Tal vez algún día se recuperen esta clase de títulos, mientras tanto, siguen disponibles para ser vistos en streaming y con la calidad visual que se merecen.