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María Marta: el crimen del country

De: Daniela Goggi

María Marta: el crimen del country es una miniserie de ocho episodios basada en un crimen real ocurrido en el año 2002 en el Country Carmel, en la provincia de Buenos Aires. La muerte de María Marta García Belsunce fue considerada inicialmente un accidente doméstico, pero luego de descubrió que se trataba de un asesinato. El caso causó furor y se volvió un evento mediático sin precedentes. La miniserie mueve su narración entre diferentes épocas, mostrando el momento del crimen, algunos eventos previos y los años posteriores, con la investigación y todas sus consecuencias.

Siendo un caso tan conocido a nivel mediático, la miniserie solo se sostiene en base al interés previo. Quien no sepa lo que ocurrió, tendrá un interés nulo en esta ficción basada en hechos reales. Incluso los giros más impresionantes de la trama son mostrados de forma tan sosa que solo se vuelven relevantes para quien conozca lo ocurrido. Los sospechosos, en particular el marido, Carlos Carrascosa, son personajes sin interés, sin fuerza, sin misterio, la falta de énfasis parece estar movilizada por el deseo de no ofender ni molestar a nadie. Cero riesgo, sin fuerza, sin gracia. Cualquier que venga de afuera no tendrá la más remota idea de que pudo haber sido lo atrapante del caso. Incluso los cliffhangers, los ganchos al final de cada episodio, son poco atractivos y tienen un suspenso nulo. Ocho episodios sin duda son demasiados, por lo que las escenas se alargan, se repiten, se subrayan. Para peor, muchos personajes reales son cambiados por otros, lo que delata las limitaciones de esta ficción, que acusa sin dar nombres mientras es ambigua con los personajes reales. Licencias poéticas que restan más de lo que aportan.

El único elemento llamativo es el personaje de las mujeres que llevan adelante el blog, algo que también termina estando desaprovechado, aún cuando podría ayudar a mostrar un punto de vista diferente menos conocido para el público. En esa sub historia se repite una y otra vez la idea de que los periodistas son malos, que viven mintiendo y que la gente que les cree es tonta. Un desvío que parece empujado más por lo ideológico que por otra cosa. Este ataque a la prensa y en particular a un periodista del cuál no se dice el nombre, no aporta nada al policial o al suspenso, pero seguramente debe haber dejado contento a alguien. A los espectadores no, pero es difícil creer que alguien logre terminar los ocho capítulos alguna vez. Pocas ficciones han sido más aburridas que esta. En cuanto al final, claro, hay que decir que es tan insatisfactorio como el resto.