Amsterdam tiene una enorme ambición que muestra a las claras que su director, David O. Rusell, decidió volver con todos luego de siete años sin estrenar un largometraje. Desde hace más de veinte años Russell ha sido valorado por la crítica y tenido en cuenta a la hora de los premios anuales. A pesar de estar siempre entre los más prestigiosos su cine no parece particularmente memorable y de hecho todavía resulta algo confuso su universo, si acaso tiene alguno.
Amsterdam cuenta la historia de dos militares y una enfermera que se conocen en un hospital durante la Primera Guerra Mundial en Europa. Unidos por el destino, deciden convivir en Amsterdam, aunque el destino los separa por un tiempo, para encontrarlos más adelante en la ciudad de Nueva York.
Los hombres son Burt Berendsen (Christian Bale), un oficial obligado a ir al frente por mandato de su familia política y que años más tarde su falta de prejuicios y su solidaridad con los ex combatientes lo ha convertido en un médico respetado entre sus pares y despreciado por sus suegros y su mujer. El otro es una abogado negro, Harold Woodman (John David Washington) que sufrió y sufre la discriminación de una sociedad racista contra la que lucha tratando de hacer lo correcto y la enfermera es una joven de clase alta llamada Valeria Voze (Margot Robbie) apasionada del arte, oveja negra de su clase, acusada de estar loca, siempre buscando en las expresiones artísticas el sentido de la vida.
Así que la historia transcurre en dos épocas, narrando con euforia y desprolijidad, aquellos años de entreguerras, cuando la ilusión de una paz duradera comenzaba a verse ensombrecida por el ascenso de los fascismos al poder en Europa..La película mezcla aventura con policial, drama bélico con romance, no le faltan números musicales ni escenas truculentas. Todo esta mezcla le da energía de forma esporádica y dispersa, sin encontrar de manera firme un rumbo. Porque Amsterdam es, sobre cualquier otra cosa, una sátira política sobre tres héroes imposibles que se unen para detener una conspiración para derrocar al presidente de Estados Unidos. Basada, increíblemente, en hechos reales.
Algo falla en la película cuando una vez que hay personajes secundarios que pedían más protagonismo pero nunca lo alcanzan, situaciones que no se terminan de resolver y que muestran una posible duración mayor del relato, cortado tal vez para darle una duración larga pero no tanto. Algo de limitación se observa también en la forma algo inocente con que se describe la vida bohemia del trío en Amsterdam. La película promete ser atrevida pero finalmente nunca lo es. En cuanto a la conspiración, ahí sí logra el interés y la fuerza necesarias para atraer. Es una buena historia, aunque el mostrarla con humor tiene cierto riesgo.
El director y guionista David O. Russell tuvo varios títulos interesantes hasta que se volvió un mimado de los críticos y los premios con Tres reyes (1999), con El lado luminoso de la vida (2012) logró popularidad y aún más prestigio y con Escándalo americano (2013) mostró los primeros indicios de autoconciencia que perjudicaron algo del encanto de su cine. Esto último se multiplica en Amsterdam. Lo que también se potencia es el elenco.. A los tres protagonistas mencionados -y donde hay que decir que Christian Bale sobreactúa de forma notable- hay que sumarle a Chris Rock, Taylor Swift, Anya Taylor-Joy, Mike Myers, Rami Malek, Timothy Olyphant, Zoe Saldaña, Michael Shannon y Robert De Niro, aunque los nombres famosos no terminan ahí. Es divertido ver como siguen apareciendo estrellas en cada escena. Esto es más divertido que la trama en sí misma.
Lo que resulta algo más complicado de seguir es el afán del director por poner recursos modernos en una trama de época. No está prohibido, pero al hacerlo, aquí el resultado es emocionalmente negativo y narrativamente contradictorio. Entramos y salimos de la historia por los chistes, los carteles, los ángulos de cámara y los juegos que el director elige utilizar. Parece que le aterrara la épica de sus protagonistas, personas comunes en un entramado complejo. O al revés, un entramado común y corriente que amenaza con volver complejo a todo un país. Hay alguna alegoría política del presente y por eso la modernidad narrativa? No es posible asegurarlo, pero sí queda claro que es un discurso contra los totalitarismos europeos del siglo XX. Como regalo, la película al menos tiene una gran actuación de Robert De Niro, más sólido y firme que el resto del elenco.