ARGENTINO Y FEMINISTA
Carlos Schlieper es, como no hubo otro en el cine nacional, el experto en comedias por excelencia. A pesar de haber dirigido excelentes melodramas (El deseo, La honra de los hombres, Las tres ratas) lo que siempre quiso hacer fueron comedias. Su educación europea de clase alta le proveyó una educación amplia y moderna. Hablaba cinco idiomas y le gustaba leer los clásicos de la literatura en su idioma original. Vivió en una familia donde las mujeres eran universitarias y donde los prejuicios de una sociedad machista no tenían entrada. Todo eso se vería aplicado luego en sus films, casi siempre protagonizados por mujeres modernas y decididas. Schlieper no era un gran admirador del cine argentino, más bien lo contrario. Criticaba su excesiva solemnidad y la escasa sobriedad de los intérpretes. Sus referentes cinematográficos eran los de la comedia americana. Howard Hawks (La adorable revoltosa) y Preston Sturges (Los viajes de Sullivan), pero sobre todo Ernst Lubitsch (Ser o no ser). También algunos films de los franceses René Clair y Jean Renoir estaban entre sus favoritos. En lo que a cine argentino se refiere admiraba a un director: Manuel Romero (La rubia del camino), otro experto en comedias veloces. También le gustaba la comedia road movie Yo quiero morir contigo, de Mario Soffici. La pasión de Carlos Schlieper por la comedia asomó en algunos de sus primeros films, en particular Si yo fuera rica, Mañana me suicido y El sillón y la gran duquesa. Pero luego de sus éxitos, la industria lo “ascendió” a los dramas y allí se quedó hasta que en 1947 logró volver a lo que mejor sabía hacer.
La comedia de la vida
Con el El retrato -su mejor film, aunque sea difícil de encontrar hoy en día- Carlos Schlieper arranca con una serie de comedias que son lo mejor del género durante la Edad de Oro del cine nacional. El esquema básico solía repetirse y encajaba dentro de lo que se conoce como screwball comedy, una comedia de enredo matrimonial como aquellas que protagonizaban Cary Grant y Katharine Hepburn entre mediados de los `30 y principios de los ´40. Dentro de ese subgénero de la comedia, el realizador se dedicó a aquellas donde un matrimonio perdía su pasión al comienzo de la historia y, luego de una serie de vueltas, recuperaba el rumbo. Si uno lee con sutileza muchas de las historias notará que de lo que verdaderamente hablan es de las segundas nupcias y no de la recuperación de matrimonio, pero la censura siempre vio mejor que las cosas quedaran dentro del casamiento. Pero Schlieper no encajaba en ningún esquema y, más allá del género, siempre logró incorporar elementos propios que no aparecían en ningún otro realizador. Esposa último modelo es una de sus comedias más brillantes y originales y, sin duda, una de las que mejor representan su universo. Su protagonista es, además, una clásica heroína de Screwball Comedy, verdadera heredera del estilo de Katharine Hepburn y la comedia clásica de Hollywood.
Escenas de la vida conyugal
María Fernanda (Mirtha Legrand, en su esplendor de comediante) es una chica de clase alta que no puede ser controlada por sus tías (Felisa Mary y Amalia Sánchez Ariño), y en la primera escena la vemos huir en moto y hacer toda clase de destrozos para terminar “otra vez” frente al juez. Esa mujer independiente, completamente ociosa y alejada de cualquier molde tradicional, conoce a Alfredo (Angel Magaña), un muchacho chapado a la antigua. Producto de su amor, María Fernanda le pide a sus tías que le ayuden a engañar a Alfredo y le hagan creer que ella es un ama de casa ideal. El engaño funciona y el casamiento se produce, pero para que María Fernanda pueda pasar por ama de casa, tiene que tener un puñado de sirvientes ocultos en la casa y sólo una mucama a la vista -mucama que estudia filosofía y letras y discute todas las órdenes- que se supone no hace las tareas principales del hogar. El engaño produce toda clase de disparates, más aun frente al orgulloso discurso conservador que uno intuye -más si se conoce el cine de Schlieper- se extiende más allá de los límites de la cocina. Pero la pareja se debilita por estos problemas, y como suele ocurrir en esta clase de comedias, aparecen terceros en discordia que abren el juego -nunca confirmado en imagen, pero claramente establecido- a aventuras extramatrimoniales. Esta imposible pareja hallará de nuevo la forma de reencontrarse, sobre todo por el amor entre ambos y en particular la iniciativa de ella, que durante todo el film es quien decide todo, aunque él no lo sepa. De hecho, el film termina con la inocente creencia por parte del marido de que su mujer se ha reformado. Creencia errónea a juzgar por la mirada cómplice de María Fernanda a cámara.
La forma de la comedia
A la moderna y revulsiva ideología del film hay que agregarle un impresionante ritmo en el humor y en los diálogos. Bien afilados, llenos de dobles sentidos y dichos uno encima del otro en una técnica que pocos lograron hacer en nuestro cine. Actuaciones medidas, efectivas, con actores que respetan el guión por encima de su lucimiento personal. Mirtha Legrand confirma acá su incomparable talento para la comedia y su carisma innegable. Angel Magaña encontró en el humor su mejor medio y con Schlieper logró sus mejores actuaciones. El elenco de secundarios sigue la tradición del género y todos participan con ajustada efectividad de la comedia. Además de todos estos puntos hay que decir que el realizador tenía un gran talento para el encuadre y sus films tienen un gran trabajo de puesta en escena, donde cada pieza del cuadro responde a un fino trabajo y la fluidez de la narración se consigue por los hábiles movimientos que el director le da a su cámara y a sus actores. Vistas en cine, sus películas hoy deslumbran también por su belleza.
Antes de su tiempo
En 1950 las mujeres no votaban en nuestro país, tampoco en 1951 cuando Schlieper hizo Cosas de mujer, en donde Zully Moreno interpretaba a un exitosa y brillante abogada. En 1952, las mujeres votaron por primera vez en Argentina, pero hacía ya más de diez años que Schlieper hacía comedias feministas. Siempre creyó en la igualdad y además se ocupó, como ningún otro director, del deseo en las mujeres. Esto fue tanto en los films dramáticos como en las comedias y se podría decir que es el único tema que atraviesa su filmografía completa. Después de él, el futuro no fue mejor para nuestro cine. Cuando en 1957, el realizador muere siendo aun joven, su cine no encontró herederos. La comedia se volvió ideológicamente retrógrada y el ritmo y el estilo de los films también decayó. Los films de humor perdieron todo estilo, gracia y buen gusto, pero además se volvieron reaccionarios y poco felices. Por eso a pesar de haber pasado más de cincuenta años, Esposa último modelo es un film importante. Su humor, su lucidez y su alegría mejoran con el paso del tiempo y la hacen cada vez más valiosa.
Ficha técnica:
Esposa último modelo
Fecha de estreno: 27 de julio de 1950
Duración: 86 minutos
Director: Carlos Schlieper
Guión: Carlos Schlieper y Ariel Cortazzo, según la obra teatral de Tito Insausti y Arnaldo Malfatti
Fotografía: Francis Boeniger
Montaje: Atilio Rinaldi y Raúl Rinaldi
Música: Víctor Schlichter
Intérpretes: Mirtha Legrand, Angel Magaña, Felisa Mary, Amalia Sánchez Ariño, Osvaldo Miranda, Olga Casares Pearson, Angel Walk, Nélida Romero, Carlos Enríquez.
Las mejores comedias de Carlos Schlieper:
Si yo fuera rica (1941)
Mañana me suicido (1942)
El sillón y la gran duquesa (1943)
El retrato (1947)
La serpiente de cascabel (1948)
Cita en las estrellas (1949)
Cuando besa mi marido (1950)
Arroz con leche (1950)
Cosas de mujer (1951)
Mi mujer está loca (1952)
Los ojos llenos de amor (1954)
Mi marido y mi novio (1955)
Alejandra (1956)