En un año particularmente brillante para el cine de terror, con películas como El teléfono negro, Bárbaro, Sonríe y Terrifier 2, entre otras, la aparición en cines de un producto como Jeepers Creepers: La reencarnación del diablo parece un chiste malo. Aunque está claro que llega a las salas por ser parte de una franquicia exitosa, su calidad está tan por debajo de la calidad aceptable que más que un chiste es un insulto a los espectadores. No es cuestión de gustos, la película es realmente infame.
Lo único razonable de los escasos noventa minutos de película es el prólogo. Allí aparece una pareja mayor en un auto clásico. Dee Wallace y Gary Graham interpretan a estos dos personajes que serán los únicos actores conocidos de la película. Por un instante el espectador se ilusiona con la posibilidad de repetir aquel comienzo memorable de Jeepers Creepers (2001) una verdadera sorpresa en aquel momento. Pero el prólogo, que tiene varios detalles que delatan la berretada, remata de forma insatisfactoria. Abandonar toda esperanza luego del comienzo.
Chase es un fanático de las historias de terror y viaja al lugar donde The Creeper es un enorme mito urbano. Lo acompaña su novia Laine, que no cree en nada de eso pero poco a poco parece tener una conexión con eventos que pronto ocurrirán allí. El evento al que viajan es un festival y feria alrededor de la figura del supuesto monstruo que vuelve cada veintitrés años. El guión pasea por escenas absurdas e incompletas que fuerzan la trama sin sentido hacia las supuestas grandes escenas que nunca llegan. Tiene que quedar en claro que no es una secuela inferior, sino algo que ni se parece a las películas anteriores.
El director de los primeros tres films, Victor Salva, no está involucrado en esta nueva entrega en ninguna forma. Ningún actor de los films anteriores aceptaron participar tampoco. Tampoco el actor que hacía de The Creeper en las otras películas está en esta. Para peor, ni la canción que da origen al título aparece en su versión original, porque no tienen los derechos. El colmo es que la famosa bocina del famoso camión que maneja el villano tampoco la consiguieron. Como mayormente está filmada en Gran Bretaña, tampoco el camión original, sino que tuvieron que armar otro, porque era más barato que transportarlo.
Las películas tenían como gracia, hasta ahora, tener muchos exteriores, mientras que acá la mayor parte es en interiores. Los pocos exteriores se hicieron con una pantalla verde de baja calidad, por lo que todo parece un film clase Z, falso y difícil de ver. Es muy lamentablemente en los efectos visuales y también pobre en los especiales. Una vez más, con las grandes películas de terror de este año no hay motivo para tener que ver películas malas. Jeepers Creepers: la reencarnación del diablo no califica ni siquiera como mala, está fuera de rango.