¿Qué tan revolucionaria puede ser una película si dice lo mismo que dicen todas sus contemporáneas? Entrar a ver una película hoy significa el mismo discurso repetido hasta el hartazgo y El prodigio no es una excepción. Elizabeth Wright (Florence Pugh) es una enfermera que es enviada a un pueblo rural en Irlanda en 1862. Allí tiene la tarea de observar a una niña llamada Anna O’Donnell, cuya familia afirma que no ha comido durante cuatro meses. La hermana Michael la asistirá en la tarea, quien observará a Anna durante el día. Ambas deberán informar al consejo del lugar acerca de los resultados. Dicho consejo está formado por los hombres más importantes de la población. ¿Se trata de un milagro o de un engaño?
La película podría funcionar sin mayores problemas como un drama de época como The Piano (1993) de Jane Campion pero llegando treinta años más tarde, por dar un ejemplo entre muchos. Tiene un discurso contra el patriarcado, la iglesia y el poder en general y defiende la mirada de una mujer valiente, preparada e inteligente capaz de tener, además, una profunda empatía con las demás personas y una completa honestidad. Las religiones occidentales son siempre objeto de escarnio y en el cine y las series actuales, eso no es novedad, es más bien un cliché. El problema es que aquí todo se ve gastado, adolescente, hecho para quedar bien con la ideología actual. Es un cine adoctrinado, asustado, respondiendo a un poder como años atrás hubiera respondido, sin ir más lejos, a la iglesia. Un cine cobarde.
El prólogo y el cierre son la prueba de cómo el director Sebastián Lelio no solo quiere estar a la moda, también quiere mostrarse superior a todo, mostrándonos que se trata de una ficción, de una construcción. ¡Pero si todos sabemos eso, amigo, porque estamos viendo a Florence Pugh en 1862, cuando ella no había nacido ni existía el cine! Este director, cuyo film más famoso es Una mujer fantástica (2017) ha dejado atrás su Chile natal para instalarse en el cine internacional. Esto, lejos de ser malo, le abría muchas posibilidades que en parte desperdicia. Entre las cosas positivas hay una buena dirección de actores y un gran aprovechamiento de las locaciones irlandesas. Si dejara atrás su necesidad de pertenecer ideológicamente de forma tan tibia, tal vez podría realizar algo más complejo que esta película algo decepcionante.