Cine Oriental Peliculas

AYER OTRA VEZ

De: Johnny To

DE ORIENTE LLEGÓ EL AMOR

El estado de los géneros en el cine actual

Si algo ha caracterizado al cine oriental de los últimos años es su capacidad para mezclar géneros, para combinar en un mismo film algo de melodrama, algo de policial, algo de comedia, algo de musical, y otras combinaciones más osadas que también incluyen: el cine de terror y la ciencia ficción. No todos los films provenientes de Hong Kong, Corea del Sur y Japón son multigénero, pero hay muchos que sí lo son. Su capacidad de hacer estas combinaciones sin avergonzarse, su ilimitada imaginación para construir tramas sin preocuparse por el verosímil, y su sentido del humor y el melodrama combinados colocan, sin dudas, a estos países en la vanguardia del cine de géneros. Incluso los grandes maestros en el cine de género trabajan esta multiplicidad, o pasan de uno a otro, film tras film. Al director de Ayer otra vez (Yesterday Once More), Johnny To, se lo puede colocar en esta categoría de maestro de los géneros, aun cuando no tiene el nivel de los grandes autores orientales contemporáneos. To se destaca por haber realizado varios clásicos de género y por pasar de la comedia romántica al cine de acción, sin problemas. Otros directores que trabajan en esta línea multigénerica son los coreanos Lee Myung-se (Nowhere To Hide, Duelist) y Joon-ho Bong (Barking Dogs Never Bite y, la actualmente en cartel, The Host) y el japonés Takashi Miike (The Happines of the Katakuris, Gozu), por sólo nombrar algunos. Luego, los hay más especializados en algún género, como el cine de acción o el de terror. Se podría decir que, de alguna manera, estas cinematografías toman la posta dejada por el cine clásico en general, pero el de Hollywood en particular. Aquel irrepetible esplendor de las décadas del 30, 40, 50 y principios de los 60 en la que Estados Unidos realizó el mejor cine de todos los tiempos, no sólo en calidad, sino en cantidad. Salvando las distancias, en el cine oriental actual se perciben similitudes con aquella forma genuina, popular, espectacular y entretenida de hacer cine. Tampoco Alfred Hitchcock, Fritz Lang, Howard Hawks y Billy Wilder le tenían miedo a los géneros, ninguno de ellos se avergonzaba de mezclarlos o de darle a la gente puro entretenimiento además de grandes films. Aun los que no eran maestros realizaban buenas películas también. Claro que ésta es otra época y que los géneros ya no son los originales, sino que han sido revisados y fusionados con la televisión, el videojuego, el videoclip, la publicidad y las nuevas formas audiovisuales. También es necesario decir que no nos encontramos frente a un clasicismo narrativo puro, sino más bien a la recuperación del viejo deseo de contar historias entretenidas y sorprendentes, pero con una forma de narrar con muchos elementos de modernidad. Desde la caída del cine clásico, los grandes autores, los más personales e interesantes, han coqueteado con los géneros un poco, pero la mayoría se ha quedado afuera de dichos códigos, considerados conservadores o demasiado ligeros. En Oriente eso no pasa, porque Wong Kar-wai y Takeshi Kitano (los dos más grandes maestros de un cine artístico y entretenido al mismo tiempo) no han dudado en usar el melodrama y el policial y, como los viejos maestros del cine de Hollywood, no les ha faltado, tampoco, el sentido del humor. Y esto último es clave, ya que hay espectadores que frente a los géneros mezclados y el humor no logran encontrar “el tema” o las intenciones del realizador. En los autores es fácil, por lo que se podría decir que es más sencillo hoy interpretar a Tsai Ming Liang y a Kim Ki-duk que a los films de género –aun cuando ambos también los usan en sus mejores films. Es ya una cuestión universal el hecho de que los espectadores leen con más claridad los temas que los géneros, retrotrayéndonos lamentablemente al período anterior a la década del 50, donde cineastas como Hitchcock (o como Kenji Mizoguchi, para dar un ejemplo industrial oriental) eran considerados artesanos diestros en su trabajo, pero no los más grandes artistas de su época. Dentro de los géneros están los temas, detrás de los códigos genéricos están las demás lecturas. Por delante hay arte popular, cine comercial, divertido y apasionante.

Para atrapar a los ladrones

Hablábamos de multigéneros, Ayer otra vez es un policial, una comedia, un film de acción, una comedia romántica, un melodrama… es todo eso. Con indiscutible maestría, Johnny To transita por todos los géneros sin que ninguno contradiga al otro, más bien reforzándose mutuamente. La película cuenta la historia de Mr. y Mrs. Thief (casi suenan como Mr. & Mrs. Smith, pero la película se parece más al film de Alfred Hitchcock de 1941 que a la película de acción de años recientes), dos famosos ladrones, ya divorciados, que parecen no poder despegarse el uno del otro. Como en las screwball comedies de los 30 y los 40 de Hollywood (ahora sí, no hay dudas, la trama remite a Ayuno de amor, de Howard Hawks, La pícara puritana, de Leo McCarey y La historia de Palm Beach, de Preston Sturges, tres claras comedias de rematrimonio), la pareja separada se parece demasiado y se divierte demasiado como para mantenerse uno lejos del otro. La señora Thief (Sammi Cheung) está a punto de contraer matrimonio con un joven rico y el regalo de boda es una joya de un valor incalculable. Una tentación en todos los sentidos para robar la joya e interrumpir la boda a la que el Sr. Thief (Andy Lau) no podrá resistir. Andy Lau es como uno de esos personajes que interpretaba Cary Grant, y Sammi Cheung, como los que interpretaba Carole Lombard, poseen una química irresistible, son una verdadera pareja clásica y juntos adquieren todo lo necesario para hacer creíble el drama, la comedia, el erotismo y la acción del film. Carl Ng, como el prometido sin chances, recuerda a aquellos personajes que solía interpretar Ralph Bellamy, un tontolón demasiado cerca de su madre como para representar una verdadera opción romántica para la protagonista. Y justamente aquí, su madre, la señora Allen (Jenny Hu, memorable) es una madre como la de aquellas comedias, pero sobre todo es una madre típica salida de los films de Hitchcock, es decir: posesiva, sobreprotectora, un poco siniestra y absolutamente enemiga de cualquier mujer que se le acerque a su hijo. Pero ella también fue una famosa ladrona, junto con su marido y, por lo tanto, le queda un resto de comprensión para sus enemigos. Muchas otras escenas del film harán recordar a Alfred Hitchcock, es que parece ser que sólo en el cine oriental se siguen con cariño los pasos del maestro. Incluso fue un oriental quien en el 2000, en Hollywood, se arriesgó con una remake no declarada de Notorius en Misión: Imposible 2.

Alma mía

El cine industrial, el cine de géneros, el cine comercial, el cine de entretenimiento (cuatro características que no son sinónimos, pero que más o menos dan cuenta de una idea de hacer cine) es algo discutido y puesto en duda en todo el mundo. En general, es un cine despreciado, que no es tomado en serio. En nuestro país, por ejemplo, la tolerancia que tenemos frente a ese cine es casi nula. Carente de sentido del humor, tanto el cine argentino más tradicional como el de los realizadores más jóvenes no logran casi nunca un estilo ligero o alejado de la solemnidad. No sería honesto, por otro lado, admitir que las películas más taquilleras de la última década –a excepción de Nueve reinas– son de una calidad sorprendentemente mala. Ayer otra vez es una película comercial de Hong Kong que dentro del mapa del cine de un país, ocuparía el mismo espacio que acá ocupan films como Alma mía o Tiempo de valientes, para citar dos casos bien distintos, pero en la misma línea comercial. ¿Qué hace que uno diga que Ayer otra vez es una buena película y un film de Suar no lo es? Citar Tiempo de valientes, justamente, sirve para demostrar que no todos los films que buscan la taquilla son iguales. Ayer otra vez –que no es una obra maestra ni el mejor film de Johnny To- tiene ideas visuales, pasión por el cine, humor, diversión, excelente banda sonora, personajes graciosos, romanticismo, calidad industrial indiscutible, gran despliegue de producción aplicado a la belleza del film, ritmo, estilo. Esas son las cosas que hacen que un film de apariencia convencional se vuelva más que un intento de recaudar dinero. Si un film argentino posee algunos de estos elementos –las dos películas de Damián Szifrón lo tenían y Alma mía tenía también alguno, aunque fallara en muchos otros- debería, obviamente, ser festejado con el mismo énfasis que esta película. La prueba más clara de las similitudes está en otro film de Johnny To, Needing You, una película más cercana a lo que se produce aquí de lo que muchos son capaces de admitir. Needing You se dio en un festival de cine independiente, pero solamente porque no se podía ver en otro lado. No hay nada de snobismo en defender el cine comercial, el snobismo empieza cuando uno defiende a ultranza el cine comercial de un país y no el de otro. Hong Kong, Corea del Sur y Japón hacen excelente cine comercial y cine de autor, y no hay barreras claras entre ambos. Si uno compara el cine de autor que se hace en esos países y el que se hace acá descubrirá que la diferencia con el nuestro es cien veces mayor, lo que nos lleva a pensar seriamente que con más esfuerzo y riesgo podríamos tener un cine de géneros de primera calidad, pero que el cine de autor estaría reservado –como ha sido siempre aquí- a no más de un puñado de directores dentro de las docenas de supuestos genios que vacían salas comerciales de nuestro país, pero que igual obtienen dinero del Estado para seguir haciendo sus films. Johnny To es la punta de un iceberg que si lograra verse completo aquí, los espectadores comenzarán a redescubrir el placer de un film divertido, ya no de Hollywood, sino de otras cinematografías más activas y apasionadas. Más allá de todas las comparaciones y comentarios, la realidad es que en Oriente se hacen buenas películas, que valen la pena, y abrirles las puertas mejorará la diversidad de nuestra pantalla, además de producir buen entretenimiento y placer en los espectadores. Ayer otra vez nos dice que la química no se elige, que el placer se tiene con alguien o no se lo tiene. Lo mismo sucede con las películas. También nos dice que hay que esforzarse y vivir las cosas, porque el tiempo no sobra. No hay duda de que detrás de la superficie deslumbrante –que por momentos puede resultar superflua- de este film, hay mucho más por descubrir y bastante para pensar.