Meshes of the Afternoon (1943) es un cortometraje norteamericano realizado por Maya Deren y Alexander Hammid. Este matrimonio europeo radicado en Estados Unidos escribió, dirigió y protagonizó este film mudo (se le puso música en la década siguiente) que es considerado un film experimental de vanguardia y una obra particularmente influyente. Sus ramificaciones llegan, de manera comprobable, hasta el cine de David Lynch, que en más de una ocasión declaró haber tomado elementos que aquí aparecen. Muchos teóricos han visto referencias explícitas a esta obra en varios títulos del realizador. Incluso hasta puede rastrearse cierta conexión con el personaje de Ghostface de la saga de films de Scream.
El cortometraje dura catorce minutos, es en blanco y negro y silente. Estos dos últimos elementos contribuyen a crear el clima de la obra. Una mujer (Maya Deren) regresa a su casa en Los Ángeles y queda atrapada en un trance extraño y vívido. Sueña con imágenes y objetos de la vida cotidiana que parecen adquirir un significado completamente nuevo. En esta narración onírica y no convencional aparece también una figura siniestra, una parca que en lugar de rostro tiene un espejo. Solo dos rostros se ven en la película, el de la protagonista Maya Deren y también el de Alexander Hammid, el otro personaje importante. Lo que se ve es tan subjetivo como críptico. Desde su estreno se hicieron muchas interpretaciones, como se han hecho de muchos otros films de vanguardia.
Maya Deren (Eleonora Derenkowska) nació en Kiev, Ucrania, en 1917. Su familia huyó de Europa en 1922 por la presencia de grupos antisemitas y se radicaron en Nueva York. Como estudiante militó fuertemente en grupos trotskistas y luego de egresar se sumó a los grupos de artistas e intelectuales de Greenwich Village. Luego se mudaría a Los Ángeles, donde combinaría todos sus intereses como coreógrafa, poeta, escritora, fotógrafa y finalmente cineasta de vanguardia. Meshes of the Afternoon es su primer cortometraje. Deren murió a los cuarenta y cuatro años de una hemorragia cerebral producto de una desnutrición extrema. En ese momento era adicta a las anfetaminas y las pastillas para dormir.
Alexander Hammid (Alexandr Hackenschmied) nació en Linz, Austria, en 1907. Murió a los noventa y seis años y su obra se extendió desde 1930 a 1976. Estuvo casado con Maya Deren entre 1942 y 1947 y fue justamente en ese período donde hicieron este famoso cortometraje. Meren recién empezaba en el cine y Hammid fue quien se ocupó de poner en imágenes las ideas de ella. Como la mayor parte del tiempo Meren estaba en cámara, era lógico que fuera Hammid el que estuviera detrás de ella.
Las vanguardias cinematográficas de las primeras décadas del cine no lograron trasladarse automáticamente a Estados Unidos. Esto también coincidió con el crecimiento del cine narrativo clásico y la inclinación de los espectadores y cineastas del mundo hacia ese tipo de películas. Aunque muchos de los artistas más modernos terminaron viviendo en América, la mayoría colocó sus ideas dentro de historias clásicas. También es verdad que los films modernos envejecen más rápido y que se necesitaron avances técnicos para que un cine experimental de largometraje pudiera desarrollarse en la post guerra. Los cineastas de la década siguiente, los más conocidos artistas experimentales, reconocen en Meshes of the Afternoon como un modelo a seguir. Deren siempre despreció el cine de Hollywood y luchó por el cine independiente. El cortometraje del cual hablamos aquí costó 275 dólares.
Sin duda hay imágenes impactantes y el clima está logrado, pero no hay mucha innovación con respecto a lo que ya se había hecho en Europa en las décadas previas. La fama dentro de los teóricos y los intelectuales le ha ido quedar siempre entre los más mencionados títulos y en diciembre del 2022 fue elegido como uno de los mejores títulos de toda la historia del cine por la encuesta realizada cada diez años por la revista Sight and Sound. ¿Por qué este cortometraje y no muchos otros que llegaron antes? Es difícil de precisar, pero allí está en el puesto dieciséis, en un exceso algo ridículo que funciona como homenaje a aquellos que quisieron romper las reglas. Definitivamente los cineastas influenciados por esta pequeña obra son mejores que la obra misma.