EL PRIMER HOMBRE SOBRE LA TIERRA
En algún momento del film, Robert Neville (Will Smith) habla sobre el cantante Bob Marley y dice El tenía esta idea, era una especie de idea de virólogo. El creía que podía curarse el racismo y el odio, literalmente curarlo, inyectándole música y amor en la vida de la gente. El tenía programada una presentación en una gira por la paz cuando un hombre armado entró a su casa y le disparó. Dos días después,él salió al escenario y cantó. Cuando le preguntaron por qué, él dijo: “La gente que trata de hacer que este mundo sea un lugar peor no se toma un día libre, ¿cómo podría tomármelo yo?. Esta explicación acerca de Marley es una manera interesante de resumir tanto la admiración por el artista, como la metáfora acerca de quién es el propio personaje de Neville. Robert Neville (Will Smith) es el único sobreviviente visible en toda la ciudad de New York. Una epidemia feroz ha terminado con casi toda la población, los únicos seres vivos son una especie de vampiros y uno perros, también infectados. La epidemia tuvo su origen en un experimento médico que fracasó. Tras lo cual, sobrevino la evacuación de una Manhattan en cuarentena. Robert Neville se ha quedado solo. Han pasado tres años y en sus pesadillas sigue recordando el momento en el que se separa de su esposa y su hija, momento del que poco a poco adivinamos su espantoso desenlace. Solo en el mundo, con un empecinamiento maniático, no baja los brazos y construye una rutina, rayana en la locura, que intenta buscar la cura al mal, al mismo tiempo que convoca por radio a los posibles sobrevivientes aun no infectados. Vive rodeado de recuerdos dolorosos, creando a su alrededor una farsa de vida, que por momentos ve como tal, pero que en otros parece habitar definitivamente del lado de la locura. Es notorio cómo el film consigue colocar a un protagonista tan poco cuerdo como el personaje que ocupa el 90% del metraje total del film. La historia se sumerge con lenta y sobria seguridad en ese mundo, y surgen entonces escenas que cuesta adivinar si son cómicas o trágicas.
Una historia legendaria
Soy leyenda no es la primera adaptación del libro de Richard Matheson publicado en 1954. En 1964, Vincent Price protagonizó una fiel versión clase B de la novela llamada The Last Man On Herat, que, más allá de lo endeble de ciertos aspectos del film, respetaba el espíritu original, y la locura de Price encajaba perfectamente con el rol de Neville. En 1973, Charlton Heston encarnó a Neville, en una producción de Hollywood llamada The Omega Man. Ahí las acciones ya estaban situadas en una ciudad, Los Angeles, y Heston interpretaba un personaje sórdido y poco agradable, bien al estilo de los roles de Heston durante aquel período. La película era violenta y cruda, pero igualmente efectiva. Hay que decir que, por lejos, aun en su poca fidelidad al libro, Soy leyenda es la mejor de las versiones y, llamativamente, no adolece de muchos de los defectos del cine industrial actual. La interpretación carismática, pero perturbadora, de Smith está perfectamente equilibrada y llena de sutiles matices, la trama no se preocupa en dar demasiadas explicaciones y las escenas de acción están bien distribuidas y en absoluto exageradas. Se impone el dramatismo de la historia por encima del logrado espectáculo. Incluso, y a diferencia de la novela y las otras versiones, Soy leyenda le quita toda fuerza a la identidad de los atacantes nocturnos y los roles secundarios los reduce al extremo, enfatizando de esta manera la desesperante soledad del protagonista, que le llega al espectador con mayor claridad. A Neville sólo lo acompaña un perro llamado Sam, que en uno de los momentos más dramáticos del films descubriremos que es una hembra, cuyo nombre completo es Samantha. Cuando Neville la llama por su nombre opera en el espectador la sensación de que con Samantha se extingue también la esperanza del futuro y la única conexión viva de Neville. El final del film es aquí mucho más heroico y emocionante. Neville ha trabajado incansablemente para salvar a la humanidad, sin embargo, en el camino ha perdido tanto de sí mismo, que metafórica y literalmente se ha quedado fuera del futuro. Aun así, su soledad se ve recompensada con la certeza de haber logrado su cometido inicial y de haber podido, aunque sea de manera simbólica, proteger a los suyos: los seres humanos.