Peliculas

EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL COLERA

De: Mike Newell

MAL DE AMORES

“Los grandes temas puede repetirse, las obras de arte, no”
Thomas Savigneau

¿Cómo se juzga una obra de arte? ¿Hay algún método infalible para “ver” un film? Muchos han intentado trazar un plan inequívoco de reglas, han comparado dogmas, seguido teorías y observado todo como si fuera un esquema. El resultado, claro, ha sido tan pobre y peligroso como se lo puede adivinar con sólo mencionarlo. Sin embargo, parece haber algo, entre tantas teorías, pistas y evaluaciones subjetivas, sobre lo que todos acuerdan en tener en cuenta a la hora de crear certezas: las adaptaciones de obras literarias al cine. En principio cabe diferenciar en dicho pasaje de la literatura al cine dos categorías: clásicos y best sellers. La transposición de una obra literaria clásica al cine despierta siempre un espíritu crítico entre los especialistas, como si evaluar la diferencia los colocara en un espacio de comprensión y lucidez por encima de la media. En cambio, cuando se trata de un best-seller ocurre algo bien distinto, en este caso son los espectadores quienes “juegan” al juego de las diferencias, con resultado, en general, contrario a la película y favorable al libro. En esta compleja relación entre cine y literatura, el primero es siempre considerado el lado más débil del vínculo. Este desequilibrio no responde a un debate, que por suerte el tiempo ha dado por clausurado, acerca de si el cine es un arte menor o no, sino a algo mucho más simple: los libros pasan al cine, las películas no pasan a la literatura –a excepción de las novelizaciones, un género bastante menor. ¿Sería, entonces, una mala película basada en un libro el equivalente a una novelización? Es decir: carencia de utilización de lenguaje inherente al medio y exclusiva deuda con la fidelidad al relato adaptado.

El tema es arduo. A los espectadores les divierte haber leído el libro, a los críticos les resulta un problema el no haberlo hecho. Aun así, las adaptaciones no cesan de aparecer, por lo que se deduce que hay algo en el género que sigue haciendo que éste funcione. En este sentido podemos esbozar cuatro razones principales, reducibles a: Interés por la forma y el contenido del libro, sus temas y su estructura; deseo de que el prestigio del libro se extienda al film, como si el aura artística del original pudiera pasar automáticamente a la adaptación; el mismo mecanismo anterior, pero aplicado al éxito comercial; y finalmente un tema de comunicación, la película no necesitaría presentación si está basada en un libro conocido. ¿En que categoría podríamos encuadrar a El Amor en los tiempos del cólera? Ningún adaptador declara otra razón más que la primera aquí citada, aun cuando las otras no sean malas en sí mismas.

La película de Mike Newell es un caso paradigmático de la adaptación que no funciona. Lo es por varios motivos, pero el principal lo constituye su dependencia al texto original. Quien no haya leído la novela encontrará un film lleno de elipsis confusas, saltos de climas y situaciones, fuerte carencia de profundidad en ciertos aspectos de la trama y en el perfil de los personajes, y una exagerada brevedad de algunos pasajes. Todo esto –algo parecido ocurría con El código Da Vinci y su versión cinematográfica– hace pensar que sin el libro como sostén de los baches, la película apenas si podría acercarse a su texto original. ¿Qué es lo que más ha motivado a los realizadores? ¿La forma del relato y su lirismo o los temas que la novela esgrime? En caso de haber sido lo primero, la película falla por completo, pues se somete a un perezoso y hasta lamentable proceso de filmar diálogos y situaciones del libro sin que en sus imágenes pueda hallarse ni una sola idea de todas las que en el mismo aparecen. El lirismo literario de la obra de García Márquez y su sólido estilo narrativo no pertenecen al lenguaje del cine, y si el director no intenta buscar la forma a través de la metáfora puramente cinematográfica, no hay manera de que se obtenga de las escenas la profundidad y belleza que destilaban las páginas del libro. El amor en los tiempos del cólera no es una mala película, es gris, sin alma, es como si alguien hubiera querido recrear de forma lujosa algunos momentos del texto sólo para recordarlo. Por otro lado, si el interés de los realizadores estuvo puesto en los temas tratados en la obra original, entonces deberían haber tenido el coraje de efectuar más cambios en el relato y apoderarse sólo del espíritu de la novela para producir algo cercano a sus temas. Es más, podrían haber tomado simplemente la base temática y dos o tres personajes, y luego apostar a una libertad creativa mayor. Pero en ese caso, ese mundo de certezas, que críticos y espectadores siempre creen tener a mano, se habría vuelto mucho más complejo, y los realizadores se habrían enfrentado entonces a riesgos inesperados, al abismo que implica tener que crear una obra de arte independiente. Mike Newell y su equipo distan mucho de haberse planteado un riesgo artístico semejante. A juzgar por el resultado de su trabajo aquí, se puede concluir que más bien han sido artesanos al servicio de brindar apenas una pobre reproducción de otra obra mucho más valiosa. El gran momento del film, cuando la historia arriba a su clímax, puede llegar a conmover. Y si lo hace es por el recuerdo del libro y no por la solvencia de esta copia de feria, que dejará seguramente para los espectadores una imagen confusa y superficial de una obra llena de pasión y romanticismo.