El chupacabras es una leyenda latinoamericana originada en el siglo pasado acerca de un supuesto monstruo que se alimenta chupando la sangre del ganado. Las primeras referencias acerca de este ser se originaron en Puerto Rico en la década del noventa, obteniendo casi de inmediato el apodo por el cuál todos los conocen. El mito se extendió a varios países, incluyendo México, donde también se han registrado los avistamientos -siempre refutados- del chupacabras. Sus descripciones varían y se lo descripto como una especie reptil, otros han establecido que era como un marsupial y finalmente muchos lo han acercado a figuras más lógicas como coyotes. Cualquier descubrimiento falso genera furor y se ha hablado del chupacabras en República Dominicana, Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Panamá, Perú, Brasil, Estados Unidos, Ecuador y México. Su fama es reciente, pero su origen podría remontar a un par de siglos atrás.
La película Chupa empieza con un chupacabras que escapa de un grupo de exploradores cazadores, llevando a su cría consigo. El pequeño queda solo luego de un accidente en la ruta y terminará siendo adoptado por Alex, un adolescente que ha ido a México a visitar a su abuelo (Demian Bichir), quien vive en el campo. Alex y sus primos harán todo lo que puedan para salvar a la criatura de las garras del científico norteamericano Richard Quinn (Christian Slater). Alex lo apoda Chupa, aun sabiendo la ambigüedad del nombre acortado.
Asombrosamente tibia y mediocre versión de una de esas historias al estilo E.T. Con el niño sin padre, la criatura que mete miedo pero termina siendo adorable y los poderosos que intentan apoderarse de ella. Los actores parecen de un programa de televisión malo y la única energía real de la película está puesta en reivindicar la cultura mexicana mientras se ataca un poco a Estados Unidos, aunque la película es una producción norteamericana para Netflix. El director es Jonás Cuarón, hijo del famoso director mexicano Alfonso Cuarón.