“Cuánto más logrado es el villano, más lograda es la película” decía Alfred Hitchcock y Rápidos y furiosos X confirma en gran medida esa máxima. El villano de esta décima parte es Dante Reyes (Jason Momoa), el hijo del mafioso y traficante Hernán Reyes (Joaquin de Almeida) el enemigo de Rápidos y furiosos 5. Dante quiere vengar a su padre y su objetivo no es tan sólo matar a Dominic Toretto (Vin Diesel) y su gente, sino primero hacerlos sufrir, para que la venganza sea completa. La venganza ha sido un móvil dentro de la saga y la familia, poco a poco, se ha ido transformando en el leitmotiv que anima -o dice animar- las historias de Rápidos y furiosos.
Empecemos por ahí. Toretto dice una, dos, tres, ciento cincuenta veces que lo que importa es la familia. Creo que si en edición se le sacan esas frases, la película dura veinte o treinta minutos menos. El concepto está más que claro y no nos merecíamos el machaque que nos hace sufrir con el subrayado. Estas escenas son acompañadas con una música acaramelada y planos de telenovela. Más divertido es que todos tengan algún pariente en la saga. Hijos, hermanos, madre y ahora, para sumar más, una abuelita. Este último personaje le da a la película la chance de incluir a Rita Moreno en el elenco. Tan enorme es la familia de Rápidos y furiosos que este largometraje incluye cuatro actrices ganadoras del Oscar: Helen Mirren (Queenie), Charlize Theron (Cipher), Brie Larson (Tess) y Rita Moreno (abuelita). Actores ganadores del Oscar no hay, aunque todavía faltan películas, por lo que no perdemos las esperanzas.
Volviendo al villano en cuestión es posible que estemos no sólo frente al peor personaje de las diez películas, sino frente a uno de los peores villanos de la historia del cine. Momoa está simplemente insufrible. El concepto del villano loco y cruel, con supuesto sentido del humor, heredero de la tradición de narcotraficantes pero mezclado con el Guasón de las películas de Batman. El resultado es difícil de tolerar. Ni él tiene el talento actoral, ni el personaje está correctamente escrito como para darle sentido a todo lo que hace. Aunque Vin Diesel actúa cada día un poco peor y se mueve cada vez menos, su trabajo al menos está en el corazón de la saga, mientras que Momoa parece salido de otro planeta cinematográfico. Un verdadero dolor de cabeza.
No desmerezcamos el hecho de que una película mediocre estrenada en el año 2001 logró llegar hasta el 2023 con sus secuelas y continuar en el futuro. Lo más fantástico es que la popularidad de la saga tuvo un giro fantástico al mejorar su calidad en las entregas 5, 6, 7 y 8, los cuatro grandes filmes de Rápidos y furiosos. En esas películas se encontró el tono y la diversión que les permitió salir del esquema de carreras clandestinas a convertirse en un show global donde todo era posible. La entrega 9 ya veía un poco vencida esa nueva fórmula y la décima confirma ese agotamiento. La saga decidió abandonar ese esplendor para entregarse pura y exclusivamente al fandom. Ya nadie puede entrar a Rápidos y furiosos, sólo confirmar su fanatismo. Cuatro grandes películas -más aún no siendo las primeras- es algo digno de celebrar. Hoy la mayoría de los espectadores es posible que hayan empezado en la quinta entrega, el verdadero renacimiento del concepto Rápidos y furiosos. Aún no se ha confirmado si quedan una o dos películas más del cierre que comienza aquí, lo que es seguro es que los que están subidos ya no se van a querer bajar.
Confirmación de lo mencionado es que la película regresa y conecta directamente con la quinta parte, recreando y completando las escenas finales. Es un buen punto de partida, porque ese fue el que marcó el mejor momento de estas películas. El director de esa entrega, Justin Lin, era el realizador de Rápidos y furiosos X pero sus peleas con Vin Diesel llevaron a que fuera reemplazado por Louis Letterrier. Ahí tal vez se esconda alguna pista de los malos momentos que la película tiene y algunas escenas particularmente fallidas. Un director con menos talento y una estrella en control no son necesariamente un buen equipo.
La película costó 340 millones de dólares y se nota. Al menos se justifica el precio de la entrada y el trasladarse hasta el cine. Algo parecido ocurre con el elenco, donde hay tanta gente que es posible que algunos trabajen mucho menos tiempo del que creemos. Hay una habilidad para ir de una historia a otra y hacer que en promedio la película tenga buen ritmo. A las cuatro ganadoras del Oscar y los tres actores mencionados, hay que sumarle a Michelle Rodriguez, Theron, Tyrese Gibson, Chris “Ludacris” Bridges, Nathalie Emmanuel y Sung Kang, quienes conforman el equipo protagónico. Pero también están Jordana Brewster, Jason Statham, John Cena, Scott Eastwood (sí, el hijo de Clint), Daniela Melchior y Alan Ritchson. Hay algunos rostros más, pero no los anticiparemos.
Alan Ritchson y Jason Momoa son los gigantes reclutados para esta nueva edición. Cualquier actor gigantesco debe pasar por Rápidos y furiosos. Luego del éxito de Ritchson en la serie Reacher su participación era sólo cuestión tiempo. Ritchson interpreta a un agente que persigue a Toretto y su gente, a quienes considera delincuentes y terroristas, y se enfrenta a su colega Tess (Brie Larson), la hija de Mr. Nobody, el antiguo protector del grupo. Cada actor tiene su momento, su escena de acción, su pequeño show. Por eso la película dura más de dos horas, claro.
Hay dos momentos culminantes en la película. Dos escenas de acción de una magnitud sorprendente. No tienen mucho sentido y nos piden un poco de inocencia, cosa que no dudamos en darle. La primera es en Roma, la segunda no la anticiparemos. Se trata de complejísimas secuencias con un montaje de cientos de planos, muchos de menos de un segundo de duración, un trabajo muy difícil de realizar que pone al límite el esfuerzo de todo el equipo. A pesar del amor por los efectos visuales digitales que la película tiene, en mayor o menor medida, se logra el objetivo.
Pero cuando se hacen películas para el fandom la limitación que esto tiene impide ciertos espacios de angustia, decepción o sorpresa. Todo lo que sea sorprender es para endulzar a los fans, no para elevarlos con películas mejores. Hay atisbos de corrección y cuidados que esta películas antes no tenían. Esto vuelve más aniñada a Rápidos y furiosos X, acercándola falsamente a un evento más familiar. No sabe si volverse más oscura o más liviana y en la tensión pierde algo de personalidad. Veremos sí la 11 y la 12 nos deparan algo mejor o será sólo una divertida despedida.