SOLO ENTRE LA BASURA
Los estudios Pixar han dado sobradas muestras desde sus orígenes de su gigantesca capacidad para contar grandes historias. Desde Toy Story a Ratatouille, han conseguido que la animación digital y los personajes no humanos, se conviertan en héroes que narran las grandes inquietudes de la humanidad. Wall-E es la confirmación de este estilo de cine serio para toda la familia y sus hallazgos visuales demuestran un gran respeto por la forma cinematográfica pura. Bastaría notar la escasez de diálogos que el film posee y su claridad narrativa para hablar de un cine hecho con un gran dominio de su lenguaje. Aunque esto es habitual en los estudios Pixar, no deja de ser una rareza dentro del ámbito del cine comercial contemporáneo, más cercano a la confusión visual y el caos narrativo que a la intención genuina de contar historias. Wall-E es un robot cuyo trabajo consiste en limpiar el planeta Tierra, compactando basura y formando pilas gigantes de esos cubos tan parecidos a él mismo. Claro que se trata del único robot sobreviviente de su generación y la tarea titánica parece haber sido abandonada por la humanidad toda, quedando solo Wall-E para cumplir esa tarea. Solo, como el protagonista de Soy leyenda, Wall E sólo está acompañado por una cucaracha, única posible sobreviviente en esa ciudad basura. No sabemos claramente cuánto tiempo pasó, pero sí que su tarea parece demencial. Como síntoma de la desviación de su camino, a pesar de que el pequeño robot realiza su tarea con convicción, se ha construido un refugio en donde guarda una serie de objetos absurdos, entre ellos, una videocassetera con la que ve Hello Dolly, dirigida por Gene Kelly en 1969. La llegada de Eva, un robot con una misión tan estricta como la de Wall E, pero con las mismas chances de desviarse de sus obligaciones como lo hace el héroe del film. La arriesgada simpleza de los primeros minutos del film contradice las acusaciones acerca de que el cine de animación es un cine menor. Frente a la programación general (no de los robots, sino de los seres humanos) que obliga a cada uno a ocupar siempre el mismo espacio, es inevitable que cada ser encuentre finalmente su propio rumbo. Como esos robots renegados que lideran Wall E y Eva, las personas tienen un espíritu indoblegable de libertad. Y la mediocridad total del mundo, que lo ha llevado al desastre, puede ser curada mediante dos armas infalibles: el amor y el arte. Lo que diferencia a los films de Pixar del resto de films de animación, es que son convincentes en su mirada dura y amarga de la humanidad tanto como lo son cuando muestran su lado más luminoso. Aunque tengan como protagonistas a simples juguetes, bichos, monstruos o robots.