Peliculas

VIAJE AL CENTRO DE LA TIERRA

De: Eric Brevig

VERNIANOS DEL MUNDO, ¡UNÍOS!

Entre los primeros ejemplos de cine fantástico que se recuerden estaba el gracioso, un tanto pícaro y narrativamente revolucionario, cortometraje de Georges Méliès Viaje a la luna (1902), basado, sin decirlo, en el libro de Julio Verne De la tierra a la luna (1865) y en El primer hombre en la luna, de H.G.Wells. Méliès volvió sobre Verne en otros films y para la llegada del cine sonoro la obra del escritor francés ya había sido llevada a la pantalla una docena de veces, sin contar la influencia capital que su obra ha tenido sobre el cine en general. Viaje al centro de la tierra (1864), tal vez una de las más fantásticas y científicamente menos rigurosas de sus novelas, fue objeto de adaptaciones cinematográficas varias, siendo la versión de 1959, de Henry Levin, la más famosa y lograda de todas ellas. Pero la influencia del libro también abarcó a la literatura. En 1912, Arthur Conan Doyle escribió otro clásico de todos los tiempos: El mundo perdido, un libro declaradamente inspirado en Verne. A fines del siglo XX, otro escritor, Michael Crichton, escribió El mundo perdido, secuela de su best seller Jurassic Park, ambas obras conectadas con Verne y Conan Doyle. Curiosamente Julio Verne no ha recibido tantas versiones cinematográficas a la altura de su talento y su imaginario. Esta nueva versión de Viaje al centro de la tierra parece resolver, en sus compactos y directos 92 minutos (un milagro para el cine industrial actual), todos los problemas que deben enfrentar los cineastas a la hora de acercarse a la obra del padre de la ciencia ficción. El primer acierto es que la película está más cerca de Viaje a la luna, de Méliès que de una superproducción mastodóntica. Pocos personajes, cero subtramas, ideas simples y claras, sucesión sin respiro de grandes escenas pero sin abrumar al espectador. Por otro lado, sin ignorar que estamos en el siglo XXI, la película no es una adaptación de la historia de la novela, sino la aventura de tres personajes que descubren que la novela de Julio Verne estaba basada en hechos reales. Esta relectura del clásico (que los protagonistas llevan consigo) cuenta además con el agregado de las sociedades vernianas, grupos que sostienen que Verne basaba sus libros en elementos reales y que en sus novelas hay mensajes cifrados aun por ser descubiertos. Así que, recuperando el espíritu del género de aventuras y actualizándolo un poco, Viaje al centro de la tierra consigue volver a sorprender a los espectadores deslumbrando con recursos de otra época que se demuestran válidos para todas las generaciones. A esta altura del cine, cuando las películas son tan caóticas y confusas, los creadores de este film apuestan a elementos probadamente efectivos y tan en desuso que hoy resultan novedosos. Como en los mejores films clase B de fines del cine clásico, vemos aquí una inolvidable escena con plantas carnívoras (hasta verlas en este film, los espectadores no éramos concientes de cuánto las extrañábamos), una escena equivalente a las siempre efectivas arenas movedizas que este año vimos en Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal. Completan la iconografía de aventuras dinosaurios, monstruos marinos, lavas ardientes, tormentas feroces y abismos oscuros. En el medio de este universo los personajes poseen valores como la lealtad, la memoria, el compromiso y el afecto. Al igual que la novela, el viaje es un éxito en esos aspectos y se guarda otro triunfo más, algo materialista, pero que no contradice el espíritu de aquellos que apostaron a la aventura, en un mundo cada vez menos propenso a creer en ella.