Los bastardos es una película por lo menos curiosa, para empezar de a poco a analizarla. Ya se sabe, para hacer una película se necesita simplemente reunir el dinero suficiente para hacerlo. Grandes genios quedaron con su obra trunca por no conseguir financiación y bodrios memorables pudieron hacerse porque alguien consiguió la plata. Cada película tiene el derecho a obtener su presupuesto como quiera y no le corresponde al espectador juzgar esto, en todo caso será la justicia la que estudie los financiamientos espurios. Los bastardos, cuyo estreno fue en el año 2023 pero su rodaje comenzó en el 2018, es una película muy rara por muchos elementos, pero para quien no tenga idea de todo lo que está fuera de la pantalla, se trata simplemente de una película muy mala.
La historia que cuenta la película transcurre en el Municipio de Merlo, en el Conurbano bonaerense. Allí un intendente llamado Otoche (Gerardo Romano) se comporta como un auténtico jefe mafioso. Completamente corrupto, ha creado un poder impune el cual incluye mandar a matar gente si arruina sus intereses de algún modo. La gente le teme y sus empleados hacen lo que él les ordena, no importa cuán ilegal sea. Pero en ese mismo municipio y en el mismo partido surge un dirigente joven que decide terminar con la seguidilla de mandatos de este político infame. El nombre del joven es Gustavo “Tano” Méndez (Pablo Yotich) y la película cuenta el enfrentamiento entre ambos políticos. El villano total y el héroe inmaculado. El título Los bastardos (o Bastardos, como aparece en la película) se refiere al uso despectivo de la expresión que el villano usa para refererirse al héroe y a su hermana. Un guión de ficción tan sencillo como obvio, pero con una vuelta de tuerca.
La historia está basada en hechos reales. El intendente villano llamado “El Vasco” Otoche no parece ser una muy sutil referencia al caudillo feudal Raúl Othacehé, quien gobernó Merlo durante veinte años. Y El Tano Méndez inevitablemente es el nombre tampoco muy oculto que la película usa para referirse al intendente de Merlo aliado del kirchnerismo que gobernó luego de Othacehé, Gustavo Menéndez. Estas similitudes evidentes, más otras que aparecen, dan cuenta de que durante la intendencia de Menéndez uno de sus amigos y colaborador hizo un largometraje sobre alguien que estaba en el poder, mostrándole como un héroe impoluto y maravilloso, salvador del municipio.
En la copia que está en YouTube y Contar no aparece quién produjo la película ni cómo se financió. Hay un Polo audiovisual de Merlo del cual Yotich fue responsable en su momento. Se sabe que este fue clave en la realización del largometraje, aunque eso no significa que los fondos para hacer la película hayan salido de allí. Tampoco es importante, aunque sí algo sospechoso, ya que es una película sobre la corrupción de un intendente y la honestidad de otro. Menéndez tuvo sus inconvenientes con la justicia, pero la película termina con su ascenso al poder, por lo que tal vez se les escapó esa parte menos transparente. Quien dirigió el Polo Audiovisual hizo una película a favor del intendente que lo puso en ese lugar. Sospechoso. No son pocas las fotos que muestran una amistad entre ambos. En cuanto a la historia, el director dijo que basó su guión en testimonios de vecinos de Merlo y sus voces se escuchan en off al final de la película. Aunque el plano final es Nacha Guevara (que tiene fotos de los Kirchner en su lugar de trabajo) mirando a cámara y diciendo: “Compañeros, ganamos”.
Nacha Guevara no es la única cara conocida que aparece. A ella y a los dos actores mencionados se les suman: Agustina Posse y Arturo Bonín (ambos fallecidos antes del estreno de la película), Alejandro Fiore, Betiana Blum, Pablo Rago, Cecilia Roldán, Ezequiel Guazzora, Gonzalo Urtizberea, Gabriel Almirón, Germán Tripel, Gustavo Garzón, María Valenzuela, Mario Alarcón, Micaela Riera, Magui Bravi, Rodrigo Guirao Díaz, Roly Serrano, Rodrigo Noya, Rodolfo Ranni, Gustavo Garzón, Virginia Lago y varios más, incluyendo a Raúl Rizzo, Federico Luppi y Pablo Echarri en los agradecimientos. Aunque cobraran un sueldo pequeño, tantos actores igual suman un presupuesto, pero así es el cine de propaganda independiente, independiente de toda transparencia. Con la misma alegría irresponsable con la que se suben a cualquier protesta ridícula durante los gobiernos del signo que ellos no votan, los actores argentinos aceptan trabajar en cualquier proyecto sin importarles en lo más mínimo quién lo financia, con qué objetivo o cómo demonios alguien puede contratar a semejante elenco para una película que no verá casi nadie. Son los más estrictos jurados para desaprobar al gobernante que no les da plata y los más dóciles cachorritos con correa cuando el dinero y un guión horrible viene del bando de ellos. Son bastante hipócritas, pero además son terriblemente mediocres. Vergüenza debería darles hacerse los moralmente superiores y señalar con el dedo acusador. Ningún actor realmente exitoso formó parte de este proyecto. La mayoría está en modo palo y a la bolsa, pero es destacable la ridiculez infinita de Gustavo Garzón haciendo de sicario del intendente, un verdadero despropósito. Ya se sabe, cuando el poder llama, los actores K están siempre presentes.
Si bien parece un proyecto dirigido, protagonizado y escrito por Pablo Yotich, un poco de atención muestra que hay un segundo director, Pablo Bustos, y tres guionistas más Rodolfo Compte, Lauro Racosky y Tabru. Como actor protagónico, como es de esperar, deja muchísimo que desear. Igual no es ilegal actuar mal, si lo fuera casi todo el elenco debería cumplir cadena perpetua. Otro que está prendido en la fiesta del conurbano es Victor Heredia, responsable de la música junto a Taiu y autor de una de esas canciones abyectas que le ha dado un buen nombre a lo largo de varias décadas.
Cuando se enteró del proyecto, Raúl Othaceché declaró: “Por lo menos a mí me hace Romano que es un excelente actor y me gusta. A él lo interpreta Yotich, que es pésimo y no lo conoce nadie”. Declaración simpática que no lo exime para nada de sus conductas en la intendencia de Merlo durante más de dos décadas. Independientemente de la verosimilitud de las escenas de Los bastardos, la película muestra a un intendente del conurbano con el nivel de corrupción y totalitarismo que ha aparecido en las noticias a lo largo de décadas. Los barones del conurbano han tenido conductas tan atroces como algunas de las que aquí se muestran. Pero la película no se conforma con la corrupción y el aprieta e incluye el asesinato de un vecino que no quiere vender un terrenito y al propio Vasco haciendo rituales de magia negra desde el comienzo hasta el final de la película. No hay personajes más malos que este en casi ningún otro título de la historia del cine.
La película tiene una narración propia de un cine casi amateur, con algunos momentos más prolijos que otros, con algo de esmero para resolver algunas escenas y con otros momentos de telenovela barata de hace cuarenta años atrás. La línea temporal también se vuelve confusa por momentos, aunque debe ser por la cantidad de personajes y actores que quisieron poner en la historia. Gerardo Romano jugando al golf está al nivel de Gerardo Romano haciendo del Che Guevara en un bizarro episodio de Sin condena en 1995 por Canal 9. La duración de casi dos horas es un absurdo total, pero se explica por el interés de generar una épica de ascenso al poder de Méndez y el retrato del monstruoso Otoche. Nunca sabremos cómo se financió este esperpento, pero al menos sabemos que el peronismo tiene una interna en la provincia de Buenos Aires y este largometraje, toma partido por uno de los bandos. Tal vez en la próxima todos cambien, porque también es menester de este movimiento el pegar volantazos. Los bastardos ha tenido una circulación muy marginal, pero la película está completada y disponible, más allá de los escándalos que la rodean y los muchos reclamos a su director que aparecen en varios lugares.