Netflix estrenó en el 2018 una película con una premisa impactante pero de alcance limitado. Una presencia misteriosa provocaba en los humanos que la observaban, un irrefrenable deseo de suicidarse. La única manera de sobrevivir era quedarse en interiores con todas las ventanas tapadas o salir a la calle con los ojos vendados. Esta sociedad postapocalíptica retratada en Bird Box terminaba siendo más promesa que realidad, pero la presencia de Sandra Bullock la convirtió en un éxito total.
En lugar de hacer una secuela, decidieron hacer un spin-off, es decir una ramificación de la historia. Esta vez la historia transcurre en Barcelona y los eventos son los mismos del título anterior, sólo que están en otro continente. Bird Box Barcelona no tiene ya el suspenso inicial de la primera película, pero decide mostrar más cosas de ese universo y agregar información. Todo esto le juega en contra y son escenas aisladas las que mantienen algo de fuerza dentro de una película ya sin gracia ni asombro. Un elenco internacional incluye al argentino Leonardo Sbaraglia hablando algo así como español. Su papel es dramático pero siempre es una risa cuando se pone solemne hablando de vosotros, porque es un paso de comedia no intencional que expulsa al espectador.
Como hay vueltas de tuerca, lo mejor es no mencionar nada de la trama, ni dar pistas porque tal vez estas sean las cosas que puedan evitar que uno apague inmediatamente Bird Box Barcelona y se ponga a buscar algo mejor. Si esta película tiene éxito, habrá más pero en diferentes ciudades. Muchas locaciones para el mismo bodrio en un montón de películas mediocres. Ese es el verdadero mundo postapocalíptico.