Un muy destacado y a la vez inútil uso de un drone nos muestra en una escena inicial la Casa Rosada en todo su esplendor. Lo único que tiene que contar es que el presidente de la Nación Argentina (interpretado por Luis Margani) se ha descompensado y frente a su salud endeble es hora de buscar un heredero político. El mismo drone paseador acompaña hasta a la salida al periodista que ha hecho la última entrevista al mandatario. Bueno, los realizadores tuvieron permiso para filmar allí y quieren aprovecharlo.
Doble discurso es una historia acerca de cómo el poder intentará colocar un candidato inepto cómo el próximo presidente de la Nación. Una sátira política con elementos de comedia romántica y una no oculta adaptación de Cyrano de Bergerac de Edmond Rostand. El trío protagónico está conformado por un asesor político brillante y desencantado cuya única aspiración es completar su compleja colección de estampillas, un candidato ex ídolo deportivo que es sólo un títere de grupos de poder y una periodista honesta que quiere desenmascarar al político y la trama que lo rodea.
La periodista de investigación se llama Camila Hewell (Julieta Cardinali) y tiene un pasado en común con el brillante asesor, El Griego (Diego Peretti). La conexión con Cyrano de Bergerac no sólo es evidente por una frase al comienzo, sino porque aquí un hombre de nariz prominente estará enamorado de una joven a la que no se anima a confesarle su amor. Ricardo Prat (Rafael Ferro) es el candidato ex campeón de hockey que no sabe nada de política y está más interesado en contar sus hazañas deportivas y sexuales que de ofrecerle algo al país. Pero cuando la campaña vaya mal, los mismos que instalaron a Prat necesitarán la ayuda de El Griego para que le escriba sus discursos públicos y, fuera de contrato, también escriba chats entre Prat y Hewell, con lo cual el parecido con Cyrano de Bergerac termina de cerrar.
Aunque es una película argentina, Doble discurso está hecha para el streaming y hace un esfuerzo importante por verse lavada, no inclinada hacia los políticos locales de ningún tipo y sólo un par de fotos al comienzo conectan con la realidad de la República Argentina. Hay un poderoso y desagradable (esto está bien subrayado) empresario llamado Jorge Domenech (Víctor Laplace) que desde las sombras tiene negocios con todos sin importar la ideología. También hay un candidato progresista que se opone a Prat pero que la película retrata con el mismo descreimiento. No hay nada más fácil hoy en día que sugerir que todos son lo mismo. Sin embargo, las ideas políticas de la película no son lo único y no merece un análisis tan minucioso.
El problema está en que no funciona la comedia romántica entre los protagonistas. Aunque el director, Hernán Guerschuny, supo en otra ocasiones manejarse bien dentro de este género, acá nunca llega a dilucidar cuál es el camino que quiere tomar. Todo lo romántico de Doble discurso está mal. Lo que mejor resultado da es Peretti haciendo comentarios graciosos y cínicos y tal vez ese tenía que ser el núcleo de la película. La sátira no es feroz, pero tampoco se convierte en un relato estilo cuento de hadas como las películas de Frank Capra. Asoma de forma poco orgánica Nueves reinas y a Victor Laplace, para despegarlo un poco de su Juan Domingo Perón, le permite citar nada menos que a Gracias por el fuego, la película que protagonizó en 1984. El cierre, ingenioso pero sin nada previo que lo apoye, hubiera sido un excelente comienzo para una comedia política divertida. Doble discurso tiende más a diluirse que a ser ofensiva o polémica, posiblemente por ser demasiadas cosas al mismo tiempo.