Releyendo a Mafalda es una serie documental de cuatro episodios cortos que recorre la trayectoria del personaje creado por Quino, así como también la vida del autor en ese período. Podría perfectamente haber sido una película, y si sumamos las cuatro partes estas no llegan a dos horas. Pero el formato de serie no está mal para el streaming y hacer en entregas una semblanza de una historieta en entregas, también tiene su lógica.
La directora Lorena Muñoz, la misma de Gilda y El Potro realiza este documental producido por Non stop y distribuido por Disney. Se trata del formato más tradicional posible de documental sin ni un solo instante en el cuál se salga de las reglas básicas de un producto televisivo que busca llegar a un público lo más grande posible. No hay nada profundo ni complejo, solo es un festejo sin demasiada alegría de la historieta más popular de la historia argentina. Sí se puede ver su llegada al resto de Hispanoamérica y la fama que incluyó otros idiomas y los más variados países.
La miniserie empieza con emoción y termina también con emoción, pero son sólo esos dos momentos los que conmueven. Cuando empieza el primer episodio, el recuerdo de Mafalda y la aparición de Quino son algo que moviliza, pero luego todo eso queda aplastado por los testimonios. Personas leyendo historietas que al mismo tiempo vemos. Si las vemos no necesitamos que nos las lean, por lo que la redundancia, que a veces funciona, en general incomoda, más aún cuando los que leen o no son carismáticos o no parecen saber nada de Mafalda. Un documental se hace con expertos o admiradores, no con cualquiera que en el último año haya trabajado para la misma productora o servicio de streaming. Hay varios rostros injustificables que además no aportan nada. Es como si todos estuvieran por contrato y se vieran obligados a aparecer o la directora haya tenido que resignarse a incluirlos.
Está claro que la idea es mostrar que es muy popular y por eso también aparecen deportistas como Agustín Pichot, Manu Ginóbili o Gabriela Sabatini. Luego aparecen varios actores, algunos de ellos de simpatía nula y caídos en descrédito en los últimos años. Hay famosos españoles como Santiago Segura o colombianos, como Andrés Parra. También está el historiador Felipe Pigna que conoció personalmente a Quino. Y por supuesto hay colegas como Liniers, Rep, Tute, Maitena y Montt, entre otros. Hay testimonios de Juan Sasturian, Rodrigo Fresán, Luis Brandoni, Nancy Dupláa, Cecilia Roth, Federico D´Elía, Mariana Fabbiani y la lista sigue. Queda claro que intentaron abarcar, aun delatando un fuerte sesgo ideológico actual y con el mencionado acuerdo corporativo, diferentes tipos de personalidades
El recorrido histórico está bien explicado, los diferentes momentos del personaje y su evolución también quedan claros, hay cierta cautela a la hora de poner en palabras de Mafalda y su autor ciertas ideas hoy muy manoseadas y finalmente una honestidad no siempre presente a la hora de aclarar las fechas. Ya con un éxito descomunal y mundial, Quino deja de hacer Mafalda en 1973 por un genuino respeto a sus lectores. Sentía que se repetía y no quiso seguir, aunque su maravilloso talento se siguió demostrando incluso en viñetas mejores.
También, y eso es lo que más vale, aparece material de archivo del propio Quino, el vínculo con su esposa, su timidez legendaria y su capacidad de explicar su personaje mejor que nadie. Él mismo dice que en 1973 la presencia de la Triple A le marcó que ya no había espacio para seguir con Mafalda y en 1975 le aconsejaron que se exiliara, cosa que hizo yéndose a Milán. Quino y Mafalda han sido objeto de todo tipo de discursos apócrifos y la miniserie sólo analiza uno, pero pudieron haber sido muchos más. Es el propio Quino el que tiene más peso y es un placer verlo hablar de sus personajes y su historia. Aunque el resto de los entrevistados sea incapaz de entenderlo, Quino dice que todos son sus personajes y de todos ellos hay algo de él.
El análisis de cada tira tiene algunos grandes momentos. En ese aspecto Liniers y Tute son los que mejor ponen en palabras la sofisticación del trabajo de Quino. Otros sólo dicen lo que vemos, en un desperdicio de energía que no hay forma de tolerar. El montaje final no sé quien lo ha tenido, pero hay cosas que un editor exigente hubiera tirado a la basura. Serán famosos algunos, pero dicen cosas sin importancia. Después hay algún momento de mal gusto, cuando un plano de Rep, muestra a Mafalda junto a su propio libro de Maradona y una Mafalda junto a una Evita, todo del mismo autor egocéntrico. Si fue idea de él o no, al menos no debería haberlo permitido. Son esos planos que muestran poca honestidad y respeto, inútiles por donde se los mire.
Pero el final es emocionante. Luego de analizar a Mafalda y todos sus personajes, con momentos más inteligentes y otros bastante obvios, la verdad se impone y el cariño por esas viñetas aparece. Queremos al autor de Mafalda y alguna de todas sus tiras se grabó en nuestra memoria para siempre. Dejando de lado las limitaciones, el documental nos acerca a Quino y nos permite homenajearlo con una sonrisa y una lágrima final. Su legado es definitivo y se nota. Mafalda merece su fama y nuestro amor y no necesitamos que nadie nos explique por qué.