Aftersun, escrita y dirigida por Charlotte Wells, es una película emocionante cuyo juego se termina de desplegar hacia el final, cuando los espectadores, como la protagonista, recuerdan lo que han visto durante toda la historia. No busca la nostalgia directa, sino que la construye con escenas simples, reales, llenas de detalles. Amables en su retrato y a la vez con la mirada entre idealizada y fragmentada de la infancia.
Una niña de 11 años (Francesca Corio) y su padre (Paul Mescal) pasan unas vacaciones juntos. Sophie, la niña en cuestión, recuerda veinte años más tarde aquel verano. Retratar la felicidad es un arte difícil pero la película lo consigue. Uno puede ver la historia con ligereza y disfrutar de las escenas, pero en el cierre toda la nostalgia llega junta y la directora, con un par de planos muy inteligentes, nos da esa mirada final retrospectiva que nos lanza de lleno a sentimientos profundos de los cuales nadie está exento.