Al borde del abismo (Find Me Falling, 2024) es una comedia romántica con algo de drama que consigue abrirse paso entre los lugares comunes, los chistes obvios y el argumento previsible. Sí, una comedia romántica sin sorpresas pero al mismo tiempo amable, con una honestidad emocional creíble y con la sensación de quien busca algo simple a veces consigue dar en el clavo y cumplir con su objetivo de forma segura. Y no, esta película no tiene nada que ver con Al borde del abismo (The Big Sleep, 1946) la obra maestra de Howard Hawks, solo la repetición de los caprichos de la traducción de títulos.
La película, filmada en Chipre, cuenta la historia de un estrella de rock venida a menos John Allman (Harry Connick Jr.) que se muda a una casa en un isla en el Mediterráneo. Su casa, al borde de un risco, tiene el siniestro interés de estar frente al lugar donde muchas personas van para suicidarse. Ese humor negro inicial no tendrá mucho peso con el tiempo, pero llama la atención para comenzar. Descubriremos pronto que la isla guarda algo más importante para John, un viejo amor que él nunca pudo olvidar: Sia (Agni Scott).
Cualquiera con mucha comedia romántica encima podría escribir varias de las escenas de la película, pero lo cierto es que la película respira una humanidad por encima del promedio. Sí, está llena de lo podríamos llamar “chipriotas profesionales” haciendo uso del costumbrismo de esta clase de films. Quizás, siendo este el primer film de Netflix centrado en Chipre, algo de encanto se asoma. Los protagonistas son muy carismáticos, el humor, aunque incluye el viejo chiste de “Quién está atendiendo el negocio?”, funciona y la película se convierte en un simple y placentero evento romántico, turístico, cómico y dramático.