Hoy, 2 de noviembre del año 2018, Netflix estrenó Al otro lado del viento (The Other Side of the Wind) la nueva y última película de Orson Welles. Esta presentación informativa es para poder poner en palabras algo tan impresionante como memorable. Netflix, que ha sido una amenaza para el mundo de cine por ser una competencia demoledora, esta vez acude al rescate de una película maldita, realizada por el más maldito de los directores importantes de la historia del cine.
También a modo informativo es necesario aclarar varias cosas sobre esta película. La primera es que su director, Orson Welles, murió en 1985 y que su protagonista, John Huston, falleció en 1987. Welles había regresado a América en 1970 luego de su segundo exilio en Europa, donde filmó varios de sus clásicos, más valorados en el viejo continente que en Estados Unidos. También dejó, como ocurrió a lo largo de toda su carrera, proyectos sin terminar. De regreso encaró el rodaje de The Other Side of the Wind, lo que le llevó seis años de filmación y varios más de montaje, aunque una vez más tampoco logró completar la película, entre otras cosas por problemas legales. Cien horas de rodaje quedaron filmadas y, como también era habitual, muchas notas, algunas escenas editadas y partes de guión. Durante muchos años se intentó completar esta película. Anteriormente, y con resultados discutibles, se habían “completado” algunos de sus otros films para ser exhibidos. Lo cierto es que sus allegados coincidían en que esta película sí estaba completa y que sí s podía editar lo más parecido a lo que Orson Welles quería. Luego de varios intentos fallidos, finalmente en el año 2018 la película se estrenó en el Festival de Venecia y ahora a todo el mundo a través de Netflix.
A Orson Welles se lo reconoce mundialmente por haber realizado una de las películas más innovadoras de la historia del cine, El ciudadano (Citizen Kane, 1941) y a partir de allí las aguas se dividen entre los que creen que su carrera nunca más alcanzó ese nivel y los que consideramos que su genialidad se siguió manifestando hasta la década del setenta con F de falso (F for Fake, 1973). Quien vea hoy Citizen Kane encontrará un film muchísimo más clásico de lo imaginado, producto de que muchas de las innovaciones o riesgos tomados por el director se volvieron luego moneda corriente en el cine. Sigue siendo una obra enorme, como todo lo que hizo, por supuesto, y tiene un sentido del humor y una potencia que Welles jamás perdió. Claro, quien busque en sus últimos films aquella narración de estudios saldrá decepcionado. Por otro lado, quien busque el mismo espíritu libre, arriesgado y juguetón, verá en The Other Side of the Wind un film completamente Welles.
F for Fake y The Other Side of the Wind tal vez sean un díptico acerca de la naturaleza del arte y el trabajo de los artistas. La primera es sobre un grupo de estafadores entre los cuales el propio Welles se incluye, la segunda lo tiene nuevamente como protagonista, aunque el que interpreta su papel es otra leyenda de Hollywood, John Huston. El protagonista es un director que vuelve del exilio, como el propio Welles. Tiene escenas y personajes que parecen salidas de su primer regreso a Hollywood, cuando filmó Touch of Evil (1958). No es difícil reconocer a muchos personajes de la vida real interpretados con otros nombres por actores famosos. Hollywood en 1970 no era como en 1958 y también eso está en la película. La película cuenta por un lado el último día en la vida de Jake Hannaford (John Huston) y por el otro está el film que está realizando y que no ha podido terminar. Ese último día está hecho con estética de documental, pero con el montaje vertiginoso y apabullante que Welles tuvo en gran parte de su carrera. Su película, por otro lado, parece ser una parodia de las películas europeas modernas que se realizaban en ese momento, particularmente Zabriskie Point (1970) de Michelangelo Antonioni, que filmó esa película cerca de donde el propio Welles filmó luego las suyas, en clara conexión con entre ambos films. Completamente autobiográfica y crítica a la vez del mundo del cine, la película tiene tantas capas y conexiones como Welles fue capaz de rodar. Filmada durante años, solo la absoluta genialidad de Orson Welles para el montaje podía darle sentido a todos esos fragmentos. Otro de sus película Filming Othello (1978) demuestra hasta qué punto entendía el montaje era el herramienta esencial del cine.
¿Puede esta película experimental, rara, moderna y filmada hace casi cincuenta años desembarcar hoy en día como si nada y llegar así a los espectadores? Por supuesto que puede. Bastaría imaginar un estreno de aquella época que todos descubren recién hoy. Claro que Orson Welles es un director de culto amado por los cinéfilos y por lo tanto cada detalle de su obra ha sido estudiado una y otra vez. Por eso no es raro que un joven director en la película sea interpretado por el más cinéfilo de los directores de aquel momento, Peter Bogdanovich. Admirador y amigo de Welles, a Bogdanovich se le debe gran parte de la reivindicación de la obra del director de Citizen Kane. Bogdanovich se interpretada así mismo, no hablamos de actuación, sino de la totalidad de sus personaje.
Hay citas a Antonioni y otros directores europeos, hay muchos directores interpretando directores -no solo Huston y Bogdanovich, sino muchos más- y también queda claro que algunos personajes se basan en personalidades importantes de aquella época. Susan Strasberg interpreta a la crítica de cine Pauline Kael, con quien Orson Welles mantuvo una enorme disputa acerca de su cine. Lili Palmer se ve como Marlene Dietrich y todo lo que dice parece sacado de la época en que Dietrich y Welles trabajaron juntos. Hay muchos más personajes así, sacados del mundo del cine de aquellos años. Muchos de ellos olvidados, pero recordados hoy por los cinéfilos.
Para que sea mucho más completa la experiencia, Netflix estrenó en paralelo un documental sobre la realización de la película. Me amarán cuando esté muerto (They’ll Love Me When I’m Dead ) que aporta mucha información extra y sirve para disfrutar más de la película, además de ser un emocionante repaso por la vida del maestro Welles. Frank Marshall, el productor histórico de Steven Spielberg, trabajó con Welles en The Other Side of the Wind y fue uno de los artífices de que la película llegar a ver la luz. Con tanta gente importante dando vueltas, solo se necesitaba un empujón más para que la película llegara al estreno. Luego de ver la película también pueden buscar en la pestaña de Trailers que hay otro documental, casi escondido, sobre como hicieron para terminar la película. Se llama El corte final de Orson: Una historia que llevó 40 años. Con ese material el combo está completo.
El sentido del humor está muy presente en la película. Desde una escena con una supuesta bomba que parece burlarse de la escena inicial de Touch of Evil hasta muchos momentos demenciales, incluyendo la siguiente línea de diálogo: “Marlon Brando, quien por cierto no está embarazado, ha pasado a la clandestinidad y utiliza el nombre de Rosa de Tokio”. Un análisis escena por escena permitiría descubrir el sentido de cada toma, pero no es necesario ver la película de esa manera, la fuerza del relato se impone por sí misma y su libertad se respira de una punta a otra del film. Por otro lado, en tu cierre demoledor, la película termina con un plano y una frase de doble sentido que parece la despedida de toda la carrera de Orson Welles: “Who knows? Maybe you can stare too hard at something, huh? Drain out the virtue, suck out the living juice. You shoot the great places and the pretty people, all those girls and boys – shoot ’em dead.”
No es tampoco complicado descubrir el estilo de Welles de sus películas anteriores, desde el comienzo hasta al final, con momentos de Mr. Arkadin, The Trial y Othello. Para sus admiradores es una experiencia abrumadora y emocionante. ¡Una película nueva de Orson Welles en el año 2018! También es impactante es ver tantos rostros conocidos. John Huston, Susan Strasberg, Lili Palmer, Edmond O´Brien, Mercedes McCambridge, Cameron Mitchell, Paul Stewart, Dennis Hopper y por supuesto Peter Bogdanovich y Oja Kodar. Vista hoy, a casi cincuenta años del comienzo del rodaje, The Other Side of the Wind se vuelve, como diría Horacio Quiroga en sus épocas de crítico, un film espectral. Muchos hablaron de si acaso esta película no obtendría un premio, ya que técnicamente es nueva y figurará en todos lados como del 2018. Sería verdaderamente maravilloso que la premiaran por un motivo en particular: el viejo mago Orson Welles, capaz de cualquier truco para sorprender, podría ir a recibir el premio.