Aline (Francia/Canadá, 2020) es una biografía declarada pero no oficial de la cantante canadiense Céline Dion. Un cartel al comienzo nos cuenta que se nos va a narrar su vida, pero sin usar su nombre y con diferentes libertades acerca de los eventos ocurridos. Aún así, es más fiel a la mayoría de las biografías oficiales que se han hecho sobre cantantes en todo el mundo. Pero no pasan muchos minutos para descubrir que algunas rarezas que la película tiene la convierten en una objeto complicado, de difícil recepción y, definitivamente, polémica a la hora de ser bien recibida.
La protagonista, guionista, productora y directora de la película es Valérie Lemercier. Sin duda es un proyecto muy personal del cuál ella es la principal responsable. El nombre del personaje que interpreta es Aline Dieu, por lo mencionado anteriormente. Como dato a tener en cuenta hay que decir que mientras que Céline Dion nació en Quebec, Canadá, en 1968, Valérie Lemercier nació en Dieppe, Francia, en 1964. ¿A qué viene esta información? Es muy sencillo, durante la primera mitad de la película, Céline Dion no es interpretada ni por una niña, ni por una adolescente, ni por una mujer de veinte años, en todos los casos la que hace el papel es la misma Valérie Lemercier. No hay palabras para describir lo raro, bizarro e incluso perturbador que es ver el cuerpo de una niña con la cara de una actriz de cincuenta y seis años. Al principio se muestra solo medio rostro, lo que es igualmente absurdo, y luego planos lejanos. Pero cuando tiene doce años ya se atreven a poner la cara en planos medios, lo que distrae como pocas cosas en este mundo. Un recurso que se ha usado para El señor de los anillos o alguna otra fantasía, acá se utiliza como si no pasara nada. Es bastante gracioso también, pero contraproducente. Lemercier contó que quería interpretar a Céline Dion a los seis meses de edad, pero el productor le obligó a sacar escena.
La película insiste y cuando escenas más tarde se aclara que ella tiene veinte años, sigue siendo el mismo efecto raro, aunque a la vez ya el daño está hecho y hay que aceptarlo. Cuando llega la época de Titanic (1997) todavía hay que hacer un esfuerzo y recién en la última media hora, con Lemercier imitando las actuaciones de Dion es cuando las cosas se acomodan. Es decir que una cuarta parte del total parece una biografía normal, el resto del tiempo es una locura. Pero hay que reconocer que el guión tiene mucho sentido del humor, una ayuda fundamental que además hace más entretenida a toda la película.
Buenos actores secundarios resultan de gran ayuda para sostener la trama. Sylvain Marcel interpreta al mánager de Aline, Guy-Claude Kamar (René Angélil) en la vida real y Danielle Fichaud tiene el rol de Sylvette Dieu (Thérèse Dion en la vida real). Insólitamente en Francia recibió diez nominaciones a los Premios César y ganó el de mejor actriz. Es muy raro todo, porque aún siendo entretenida y con ciertos toques de emoción, la película tenía -y tiene- más destino de obra maldita que de título premiado. En el resto del mundo la recepción fue más tibia, claro. Aline tiene, sin embargo, más dignidad y riesgo que muchos títulos serios, ordenados y finalmente irrelevantes.