Herschel Greenbaum (Seth Rogen) y su esposa, Sarah Greenbaum (Sarah Snook), son trabajadores judíos que llevan una vida esforzada en su shtetl en Europa del este en el año 1919. Cuando los cosacos arrasan con su pequeño pueblo, emigran a Nueva York y se instalan en Brooklyn. Herschel encuentra trabajo en una fábrica de encurtidos, las cosas van bien y esperan un hijo. Un día ocurre un accidente y Herschel cae en una tina de encurtidos cuando la fábrica está cerrando. Milagrosamente sobrevive sin envejecer en salmuera durante 100 años y cuando es rescatado lo contactan con su bisnieto Ben Greenbaum (también Seth Rogen), que trabaja como desarrollador de aplicaciones de manera freelance.
La comedia enfrenta a los dos familiares (que tiene la misma edad) y sus diferentes formas de vida. El básico, fuera de época, pero franco y decidido Herschel, versus el civilizado pero tímido e inseguro Ben. En medio de un montón de grandes chistes, se despliega un brillante análisis de cómo fue cambiando la vida para las personas en un siglo. No para todas, pero sí para los inmigrantes europeos de aquellos años en comparación con la vida neoyorkina contemporánea. Seth Rogen tiene tanto talento que el hecho de que interprete los dos roles principales, ocupando prácticamente la totalidad de todas las escenas, se da de manera absolutamente natural.
Y tal vez el premio final de esta comedia brillante, ligera y profunda a la vez, es que está cargada de emoción. Sin bajada de línea conecta con lo bueno y lo malo de las diferentes épocas, sin buscar un punto intermedio, más bien disfrutando de lo que ambas tienen para ofrecer y riéndose de sus costados más oscuros. No son pocos los momentos genuinamente emotivos de la película y, una vez más, es asombroso que esto se produzca con un solo actor haciendo dos roles. An American Pickle, remite a la idea de un sueño americano desde su título, y las muchas maneras en las que las personas son capaces de cumplir sus sueños en Estados Unidos.