Robert Zemeckis es un director cuyas películas son su mayor presentación. A diferencia de otros colegas de su generación, algunas de sus obras son más famosas que su nombre y muchos las aman sin saber que tienen un mismo autor. Robert Zemeckis dirigió, entre otras películas, Tras la esmeralda perdida (1984), Volver al futuro (1985), ¿Quién engañó a Roger Rabbit? (1988), La muerte le sienta bien (1992), Forrest Gump (1994), Contacto (1997), Náufrago (2000), El expreso Polar (2004), El vuelo (2012) y muchas más. Ha dejado de estar en centro de la atención hace varios años, aunque algunos de sus éxitos lo mantienen vigente. Aquí (Here, Estados Unidos, 2024) llama la atención porque reúne a Robert Zemeckis con la pareja protagónica de Forrest Gump, Tom Hanks y Robin Wright, así como también con su guionista, Eric Roth. Se trata de una adaptación de la novela gráfica del mismo nombre, cuyas características invitan al director a hacer una de sus habituales proezas técnicas, un espacio donde se siente muy cómodo desde siempre.
Prácticamente toda la película tiene una única posición de cámara. Pero no se trata de un plano secuencia tradicional de ninguna manera. La cámara toma un mismo rincón de la Tierra, abarcando diferentes épocas. Desde un breve paso por la Era del Hielo, un paso por la América precolombina y luego los Siglos que van del XVIII al XXI. Al principio la toma capta sólo naturaleza, finalmente queda ubicada dentro de una casa, en donde se narran la mayoría de las escenas. No hay una cronología lineal y el truco visual es que la pantalla está en cada escena fragmentándose, mostrando en muchos casos situaciones de distintos períodos en diferentes fragmentos de la imagen. Técnicamente hablando se trata de una película descomunal, un trabajo asombroso pero que no intenta verse tan complejo como lo que realmente es. Superado el asombro inicial, se va disfrutando de las historias poco a poco y quitándole importancia a ese aspecto formal.
Robert Zemeckis tiene mejores y peores películas pero no deja de ser raro que aun siendo muy superior al promedio actual de directores, se lo relegue en favor de una generación particularmente mediocre que tiene el cine contemporáneo. Aquí es un buen ejemplo de las virtudes del director y de los motivos por los cuales nunca va a atravesar la capa de cinismo que muchos necesitan para disfrutar de un largometraje. En esta película se le puede reclamar recorrer lugares comunes, pero justamente el corazón del largometraje es ese: la idea de que las personas atraviesan su existencia de la misma manera. Tienen sueños, frustraciones, alegrías, pérdidas y finalmente son parte de algo mucho más grande. Aquí también muestra que las vidas se ven atravesadas por grandes momentos históricos y eventos que unifican los recuerdos de generaciones.
Aquí es muy emocionante y también angustiante. Muchas películas deciden abandonar a sus personajes en su momento más feliz para dejar una sensación más dulce en los espectadores. Acá, por la naturaleza misma de la historia, vemos el paso del tiempo, la muerte, el deterioro físico, la fragmentación de las familias y muchos eventos que justamente por ser previsibles aumentan su efecto en el espectador. Compleja en el armado visual y sencilla en sus ideas, la nueva película de Robert Zemeckis logra su objetivo de forma brillante y entretenida. Una reflexión sobre las personas que nunca pierde el rumbo buscando caer bien o adaptarse a las búsquedas del cine actual. Lo que cuenta la película trasciende a cualquier época.