EL RESCATE
Hay películas que si no incluyeran la información de que están basadas en hechos reales, los espectadores estarían convencidos de que están frente un disparate inverosímil sin conexión alguna con la realidad. Pero justamente ese es el motivo por el cual Ben Affleck decide contar esta historia. La película narra el plan para rescatar a seis diplomáticos norteamericanos durante la crisis de los rehenes a fines de 1979 en Irán. Mientras ocurría esta crisis, seis personas escaparon en el momento de la toma de la embajada norteamericana y terminaron refugiados en la casa del embajador canadiense. Hasta ahí no hay nada raro ni complicado de aceptar para el espectador. Lo insólito y no por eso menos real- es que la CIA planificó un plan de rescate de esos seis ciudadanos con un plan verdaderamente absurdo. La idea que tuvieron fue la de hacerse pasar por un equipo de cine canadiense que va a rodar un film de ciencia ficción y busca locaciones en Irán. Llegado a este punto, si la película no estuviese basada en hechos reales sería igualmente una obra maestra. El manejo de la narración que tiene Ben Affleck es algo poco habitual en el cine actual y el famoso cliché del espectador al borde de su asiento se aplica perfectamente a esta historia. Pero igualmente está basado en hechos reales y eso aumenta aun más la sorpresa, ya que uno disfruta de un relato apasionante mientras que no puede creer que sea cierto. Ben Affleck, un galán de cine con una carrera no muy brillante, sorprendió al ganar el Oscar junto a Matt Damon por el film En busca del destino (Good Will Hunting) dirigido por Gus Van Sant. Años más tarde sorprendió con una película extraordinaria, tanto en el clasicismo con la que está narrada como en la complejidad y profundidad de sus temas. Desapareció una noche (Gone Baby Gone, 2006) se llamaba esa sorpresa. Algunos pensaron que era un golpe de suerte, pero Atracción explosiva (ridículo nombre local para The Town, del año 2010) confirmó el talento de Affleck en incluso su habilidad para el drama y también la acción, siempre dentro de tramas que incluían un crimen. Argo es el tercer film del director al que ya podemos calificar como el mejor director de Hollywood surgido en la última década. El manejo de los tiempos, la habilidad para crear suspenso habla de un realizador con un pulso digno de un experimentado veterano, aun siendo un director en el comienzo de su carrera. En Argo Affleck retorna al comienzo de la historia del cine, al momento en el que los directores, como por ejemplo Griffith, descubrieron el rescate a último momento, el montaje alterno, el suspenso. Herramientas cinematográficas que han hecho que los espectadores vivan intensamente las historias. Herramientas que sirven para comprometer la emoción y la inteligencia, y a la vez se complementan con una mirada del mundo cuando el director es grande. Del clasicismo Affleck tomó hasta el alivio cómico, con ese dúo digno de El gordo y el flaco que interpretan de forma brillante John Goodman y Alan Arkin, maquillador y productor de Hollywood respectivamente. Más allá de la maestría narrativa tan pura como impecable de Affleck, lo que conmueve es la construcción de su protagonista. Tony Mendez (Affleck) comparte algo con los protagonistas de Gone Baby Gone y The Town. Los tres toman decisiones morales contradiciendo a superiores, seres cercanos u orden establecido, para ser leales a sus principios y lo que consideran correcto. En Argo, Mendez se compromete y contra viento y marea sigue hasta las últimas consecuencias. Cumple con su trabajo y su deber moral. Se gana el derecho de volver a casa y mirar a su hijo a los ojos. Se convierte en una forma de héroe como los que adornan la biblioteca y el imaginario de su hijo y de los espectadores. Por todo esto Argo está destinada a convertirse en un clásico, al igual que su director.