Arturo (Martín Shanly) es un hombre treintañero, inadaptado y algo melancólico, que reevalúa su vida tras salir ileso de un accidente en el día de la boda de su mejor amiga. En el formato de diario personal, la película retrocede a momentos claves de la vida de Arturo, algunos profundamente traumáticos, que son retratados con algo de melancolía y mucho humor. Arturo a los treinta es una comedia con un protagonista excluyente que vive de momento incómodo en momento incómodo, nervioso, preocupado, sin poder encontrar como moverse en cada situación. Es fácil reconocer en este largometraje a otros comediantes que han trabajado los mismos tonos, desde Peter Sellers a Ben Stiller, pasando por el neurótico urbano por excelencia, Woody Allen. Aunque la historia sea despareja y no siempre efectiva, los momentos más brillantes de la película, así como la composición del protagonista, alcanzan para que se trate de una comedia argentina muy original, capaz de sacar conejos de la galera hasta el final, mostrando que se puede transitar caminos nuevos incluso con elementos tomados de películas y personajes conocidos. Carente de cualquier clasicismo, Arturo a los treinta no debe ser confundida con una película árida o extrema, simplemente se mueve entre las situaciones ridículas de su confundido protagonista y el humor que rodea al absurdo de la existencia humana.