LA SAL DE LA TIERRA
Los primeros minutos de Australia remiten al estilo recargado, barroco y acelerado del realizador Buz Luhrmann. Con humor, imaginación y espectacular uso del color y de la cámara, entramos a una película tradicional de forma no convencional. Pero esos son, mayormente, los primeros minutos, ya que por primera vez Luhrmann decide apoyarse más en un estilo clásico para narrar. Sin que eso le quite toda su identidad -escenas iluminadas artificialmente, y veloces y ambiciosos movimientos de cámara continúan a los largo del film-, lo convierte en un realizador más estándar. En este melodrama-western-épico-romántico, no faltan los ingredientes de una película fácilmente “oscarizable”, pero Luhrmann, como buen amante del melodrama, no es tímido a la hora de la exageración o el exceso. Así, aquello que se vuelve un poco más clásico en la puesta en escena, no cede un solo paso en lo que a la historia se refiere. Por eso la película es un intenso melodrama donde lo romántico no es tratado con pudor ni timidez, aunque tampoco carece de cierto sentido del humor, sobre todo en las primeras escenas. Otra marca del director acá se repite, y es la presencia del galán mostrado como objeto sexual, cuya belleza es retratada como la del personaje femenino. Aquí es Hugh Jackman el hombre filmado como modelo de belleza, aunque también, claro, lo es Nicole Kidman, aunque eso es más habitual en el cine. Finalmente, y como no se veía desde los tiempos de La última ola (The Last Wave, 1977) de Peter Weir, la cultura aborigen australiana posee un fuerte protagonismo, y a la denuncia sobre el racismo imperante, cabe agregarle el amor por la cultura original del país y sus costumbres. También el elenco principal (Nicole Kidman, Hugh Jackman, Bryan Brown, Jack Thompson) está conformado por australianos, como para reforzar el ambicioso retrato nacional. En resumen, Australia es un film espectacular, melodramático e intenso, poco especulativo con respecto al buen gusto, aferrado sin vergüenza al melodrama y que intenta acercarse a esta nueva etapa que vive el western. Aun con defectos y detalles fallidos, Australia se erige como una buena película, porque más allá de todo prefiere el riesgo del exceso a la seguridad de la tibieza.