Cantando bajo la lluvia (Singin´ in the Rain, 1952) es un musical producido por Arthur Freed para MGM, dirigido por Stanley Donen y Gene Kelly, con guión de Betty Comden y Adolph Green y protagonizada por Gene Kelly, Donald O´Connor y Debbie Reynolds. Es considerada la obra maestra máxima del género y uno de los mejores títulos de la historia del cine mundial. Su fama es merecida y varias de sus canciones, incluyendo la del título, ya habían sido utilizadas previamente en otras películas. Se podría decir que Cantando bajo la lluvia es a la vez homenaje y recapitulación de la historia del musical hasta ese entonces, a la vez que marca las bases de los musicales por venir. Tiene, además, una mirada sobre el cine, tomando el período bisagra en el cual se terminó el cine silente para dar lugar al nacimiento del sonoro. Es uno de los clásicos más perfectos y a la vez más queridos que hayan existido. Babylon (2022) escrita y dirigida por Damien Chazelle, recrea el mismo período histórico pero como un drama ambicioso que sigue la carrera de seis figuras dentro de ese mismo período. Desde el comienzo, hasta el final, la película de Chazelle conversa, homenajea y discute con Cantando bajo la lluvia. Una apuesta fuerte, ya que nos recuerda todo el tiempo la diferencia entre una obra maestra inmortal y una película completamente extraviada.
Los seis personajes de Babylon se presentan en la fiesta al comienzo del film. Una orgía desaforada que incluye un elefante, el asesinato de una menor y una cantidad de drogas, sexo y alcohol completamente desaforada. La fiesta empieza después de ver el ano de un elefante defecando, para empezar a enumerar todos los planos inútiles que la película de Chazelle posee. No son pocos, claro, lo que tal vez explique la duración de tres horas y nueve minutos de una película que no es aburrida, pero sí que va en demasiadas direcciones.
Los personajes son: Manny Torres (Diego Calva) un joven mexicano que sueña con ser parte del cine. Nelly LaRoy (Margot Robbie) una aspirante a estrella que gracias a Manny logra colarse en la fiesta, Jack Conrad (Brad Pitt) la estrella más grande del cine en ese momento, Sidney Palmer (Jovan Adepo) un músico de jazz que trabaja en la orquesta de la fiesta aunque su exigencia musical es muy superior, Elinor St. John (Jean Smart) una periodista de chismes hollywoodenses que sigue de cerca a todos y Lady Fay Zhu (Li Jun Li) una cantante de cabaret lesbiana que trabaja para los estudios. La historia los cruzará a partir de ese momento, aunque los verdaderos tres protagonistas son Manny, Nelly y Jack. Elinor tiene el poder de reflexionar sobre todo ese mundo y los personajes de Sidney y Lady Fay no tienen otra razón de ser más que cumplir con el cupo racial y sexual y hacer algunas bajadas de línea. La película va perdiendo energía y sumando minutos debido a esas cosas.
Para los que aman de verdad el cine y han estudiado la historia de Hollywood, la película tiene cientos de detalles y citas de lo más variadas. Desde películas concretas y nombres reales, hasta detalles históricos y referencias más sutiles y complejas. Desde Fatty Arbuckle a Anna May Wong, pasando por cada pequeña cosa que aparece en cada momento. También parece estar marcada la narración por un estilo de El gran Gatsby y así todo. Hay dos películas diferentes en Babylon, quienes no sepan nada de Hollywood verán algo completamente diferente. Ni hablar de aquellos que no conozcan Cantando bajo la lluvia, una idea tan escalofriante que es preferible no profundizar en ella. Pero esa es la verdad, la única diversión que ofrece Babylon es su manoseo alocado y contradictorio de aquellos años alocados de la década del veinte. Un período en el cual el Hollywood del descontrol alcanzó su punto más alto, para luego ceder y mutar con el nacimiento de las películas sonoras y la llegada de la censura.
Damien Chazelle tiene mucha ambición, eso queda claro. También tiene búsquedas visuales y características que le son propias. Su idea de la puesta en escena y un montaje que juega al ritmo de la música produce varias escenas impactantes, aunque en gran parte inútiles. Son las escenas más sobrias las que mejor funcionan, paradójicamente, o al menos no dan la sensación de estar sobrando. Chazelle también tiene un gran cariño por hacer planos de trompetas, aunque esto no signifique nada. Pasa de todo en Babylon y hay muchas situaciones de variado tono, empezando por la comedia y luego volviéndose cada vez más oscura. Esto es bastante obvio desde el comienzo, pero lo que no es fácil de establecer es que desea decir el director sobre todo lo que muestra.
Desde Cantando bajo la lluvia hasta Nickelodeon (1976) el mundo del viejo Hollywood ha sido retratado muchas veces, aunque Babylon se ubica más dentro de la línea crítica y descarnada al estilo Como plaga de langostas (The Day of the Locust, 1975) de John Schlesinger. Esto no es un elogio ni un comentario despectivo, aunque siempre el cine que es despiadado con el cine produce un efecto ambiguo. Babylon coquetea con la imbecilidad supina de Birdman (2015) y esto sí es una crítica despectiva. Tiene otros momentos más luminosos, incluso emocionantes, pero demasiadas veces parece no saber a dónde ir. El final, el cierre de la historia, es tan bochornoso que ojalá me hubiera levantado de la sala cinco minutos antes del final. Chazelle no parece entender del todo que es lo que tanto ama del cine y se nota. La película no es un homenaje al cine sino un retrato de la locura de un grupo de personas por formar parte de él.
Tal vez donde Chazelle vuelve a mostrar su corazón es en el personaje de Sidney, este trompetista no tiene razón de ser en la película, salvo denunciar su racismo. Pero al final entendemos porque el director lo puso. Se supone que representa la dignidad artística dentro del caos de Hollywood. Mientras que otros descienden al infierno, Sidney sale airoso porque es fiel a su arte y decide no venderse. A esta altura está claro que Damien Chazelle tiene más ganas de trabajar en un pequeño club de jazz que de dirigir películas. Tal vez sea hora, luego de ver Babylon, de que cumpla su sueño de una vez.