Bajos instintos (Basic Instinct) fue uno de los films más taquilleros de 1992 y una de esas películas que al mismo tiempo causa revuelo por temas no cinematográficos. A falta de internet, una película que provocaba escándalo creaba un boca a boca furioso con notas en los diarios y comentarios en televisión. Vista hoy, aparecen muchos elementos que marcan claramente la época en la que se hizo y a la vez todo lo que ocurrió a su alrededor es el anuncio de las cosas que vendrían después. Es un lugar común del siglo XXI decir que algo no se podría hacer ahora, pero en el caso de Bajos instintos es cierto en muchos sentidos.
La escena inicial de la película deja a los espectadores impactados. Una pareja tiene sexo en la cama, a medida que crece la excitación la mujer, que está sobre el hombre, lo ata a los barrotes de la cama. En el momento del orgasmo ella saca un picahielos y lo asesina. La escena es muy explícita tanto en el sexo como en la violencia. Así arranca Bajos instintos y el director Paul Verhoeven ya tiene nuestra atención. De allí pasamos a Nick Curran (Michael Douglas), un ambiguo policía que se recupera de todas las adicciones posibles y es supervisado de cerca por la psicóloga del departamento de policía Beth Garner (Jeanne Tripplehorn), con la que además tiene un romance. Está más cerca de un oscuro antihéroe de film noir que de un honesto policía de homicidios que buscar resolver un crimen.
La misteriosa Catherine Tramell (Sharon Stone), una bella y brillante novelista de crímenes, se convierte en la sospechosa principal de la brutal muerte que vimos en la escena inicial. El rostro de la mujer que lo asesino nunca se vio. Es decir que los espectadores hasta ese momento no tenemos mejores pistas que la policía. Catherine y Nick se atraen y empieza un juego de seducción peligro que no se sabe si terminará en otro asesinato. Catherine escribe una novela sobre un policía. Sus novelas y los crímenes cercanos a la autora tienen demasiados puntos en común. La nueva novela que está escribiendo puede ser su siguiente plan.
El guionista de Bajos instintos, Joe Eszterhas, se convirtió en una leyenda por este films y de forma completamente absurdo tuvo un breve cuarto de hora como el guionista mejor pago. En 1985 había escrito Al filo de la sospecha (Jagged Edge) una historia que tenía ciertos puntos en común con Bajos instintos. Pero sin dudas es Paul Verhoeven quien le da a la película todo su estilo y forma. El director, amante de la ambigüedad moral, disfruta con la manipulación, los personajes siniestros y las vueltas de tuerca. Aunque la película tiene mucho parecido con films de Brian De Palma, el director admitió estar inspirado directamente en Alfred Hitchcock. La idea de la pareja que se enamora aun cuando uno de ellos es sospecho de un crimen horrible es un tema del director inglés, aunque este nunca fue explícito con el tema de la sexualidad. En Hitchcock se adivinaba, acá se muestra. Pero a la vez la película tiene mucho de policial negro. Entre ambas influencias se encuentra la película. La banda de sonido de Jerry Goldsmith, intencionalmente demodé, recuerda a las que hizo Bernard Herrmann para Alfred Hitchcock.
Michael Douglas y Sharon aceptaron dos papeles que otros rechazaron de plano. Demasiadas escenas de sexo sin dobles y sin censura desalentaron a por lo menos una docena de actrices que fueron elegidas antes que Sharon Stone y Michael Douglas aceptó un papel complicado pero que sería su marca de fábrica, el hombre oscuro, poco simpático, con más problemas que grandeza, que lucha contra sus propios fantasmas sin que sepamos si tendrá en algún momento algún gesto noble o heroico. Es más difícil de lo que parece pero el actor logró estar en los más alto gracias a estos roles. Stone quedó más encasilla que Douglas en su rol, pero su papel la convirtió en una estrella de la noche a la mañana luego de pelear durante años en otros roles. Alrededor del personaje y la película se generaron los más variados escándalos.
La corrección política que hoy envenena y destruye a la industria tenía en aquel momento sus primeros anuncios. Grupos de activistas gays boicotearon el rodaje y el estreno de la película por considerar que daba una mirada negativa de la homosexualidad. No se dieron cuenta que la película no daba una imagen positiva de nada. Como siempre en Paul Verhoeven, lo negativo es más atractivo que lo positivo, sin que podamos hacer pie moral en ningún momento de la historia. En 1992 había una representación escasa de la homosexualidad, en este caso lesbianismo, en el cine industrial. Fuera de los dramas y alguna comedia, no había películas con homosexuales que no fueran sobre ese tema específicamente. Como todo en la película, este es un ingrediente más para atraer al protagonista y el espectador. Ese boicot fue una vergüenza, como cualquier boicot que intente decirles a los artistas lo que tienen que hacer. Tampoco la heterosexualidad está mostrada como algo sano y hay una escena sexual donde Nick tiene sexo con Beth sin el consentimiento inicial de ella. La película no dice que eso está bien, es otra capa más de lo oscuro que es el protagonista.
La película además de homofóbica (no lo es) es considerada machista y misógina (no lo es). Catherine es un personaje excelente. Supera incluso a las femme fatale del policial negro clásico. La infame escena del interrogatorio lo muestra. Un puñado de hombre intenta intimidarla en un cuarto cerrado y ella se impone sobre ellos con inteligencia y frialdad. Usa el poder de su sexualidad pero mucho más que eso usa su inteligencia. Ella es brillante, además de hermosa. Novelista exitosa, dueña de su vida, manipuladora y seductora, tiene un nivel de control absoluto. No es una mirada negativa de la mujer, sino la representación de una mujer capaz de dominar en un mundo de hombres. Sharon Stone la interpreta de forma magnífica.
Bajos instintos ya no podría hacerse en la industria sin aclaraciones, disculpas y equilibrios de diversidad. Paul Verhoeven por algo ha quedado fuera del cine industrial y ha regresado a su origen. Hizo no pocas locuras en Hollywood y se divirtió sacudiendo el avispero. Basta decir que el guionista del film pidió disculpas en el año 2002 por darle glamour al uso de cigarrillos en la película. Así de bobo se ha vuelto el mundo y así de temeroso. Los films no son manuales de conducta sino exploraciones de las conductas humanas. Bajos instintos tiene sus baches y limitaciones, pero sigue siendo una película divertida e inteligente. Como en los films de Alfred Hitchcock nos pasea dos horas por el lado oscuro del ser humano. Pero como en la explícitamente citada Vértigo (1958) del maestro inglés, esta vez el paseo no termina donde el espectador hubiera querido.