Peliculas

BEOWULF

De: Robert Zemeckis

LA TRAGEDIA DEL HÉROE

“El hombre que puede, es rey.” Thomas Carlyle

Quizás podría sonar obtuso y prejuicioso expresar sorpresa frente a la profundidad y complejidad dramática de un film de animación. Este tipo de cine ya ha dado varias muestras de su capacidad para construir obras de arte, aunque no suele hacerlo –tal  como sucede aquí– con un formato para adultos del cual los niños queden excluídos. Beowulf no es una película para chicos, aunque quienes deseen llevar a sus hijos adolescentes pueden hacerlo, ya que entre tanta violencia, sexo, reflexiones sobre el poder y una mirada oscura sobre el ser humano, puede que aparezca algún dragón o algún momento de aventura memorable. Por otro lado, pido al espectador reacio a creer que en este formato se puede hallar una obra cumbre del cine adulto, que confíe en la esencia del film y deje de lado las trabas que puede representar el hecho que se trate de un film animado digitalmente. Después de todo, es una convención más. No hacerlo sería como si frente a un cuadro nos negáramos a tomarlo en serio simplemente porque está pintado. Un gran admirador del libro, quizá el más famoso que el “Beowulf” haya tenido, fue J.R.R. Tolkien, autor de “El señor de los anillos” y confeso deudor del Beowulf en la construcción de su famosa obra. Tolkien dijo algo sobre el libro que creo que se puede (e incluso se debe) aplicar a la película de Robert Zemeckis “Se ha dicho del propio “Beowulf” que su debilidad radica en el hecho de que se coloca las cosas accesorias en el centro y las importantes en la periferia. “Es ésta   una de las opiniones que desearía considerar en detalle, pues me parece completamente errónea en lo referente al poema, pero totalmente acertada si se aplica a la literatura acerca de él”. Eso mismo ocurre con la película y el hecho de que se haya hecho con animación digital. No nos dejemos arrastrar por los detalles, cuando frente a nosotros hay algo más valioso para analizar (y disfrutar).

Autor escondido

Robert Zemeckis ha sido, a lo largo de toda su extensa carrera, un director capaz de crear universos mucho más complejos y ambiguos de lo que parecen a primera vista. Apoyado en una amplia gama de recursos técnicos y virtuosismos de avanzada, Zemeckis ha hecho de las herramientas técnicas del cine la excusa para entretener a especialistas y al público en general mientras que él, film tras film, sigue explorando cada vez con mayor profundidad las contradicciones del ser humano y el vasto entramado que éste ha creado bajo el nombre de civilización. No es de extrañar entonces que, detrás de cada nueva obra de su autoría, exista una experiencia artística que requiere tiempo y energía para ser interpretada en toda su dimensión. Beowulf, sin duda, es el ejemplo más irrefutable de ello. Películas tan simpáticas y amables como la trilogía de Volver al futuro esconden una cantidad de lecturas tan vastas que aun hoy resultan piezas difíciles de definir (aunque fáciles de disfrutar). También son obras complejas y ambiguas: ¿Quién engañó a Roger Rabbit? y La muerte le sienta bien. La primera, enfocada hacia los niños pero con fuertes raíces de film noir; y la otra, una comedia negra brillante. La ambigüedad dominó films como Contacto y Náufrago, pero tal vez sea Forrest Gump la película que representa mejor este esquema del cine de Zemeckis. Forrest Gump es una crónica negra del mundo contemporáneo y una reflexión amarga sobre el ser humano. A través de la utilización de elementos tecnológicos –que Zemeckis siempre usa y que luego suelen acaparar toda la atención de las notas de prensa–, el realizador ha buscado siempre los límites de la representatividad y el realismo. En películas como Contacto y Revelaciones, ha construido algunos planos que figurarán por siempre entre lo más extraordinario que cualquier artista haya logrado. Más incluso que Brian De Palma, quien también ha buscado durante años construir el plano secuencia perfecto. La tecnología es una de las marcas de autor de Zemeckis y aquí no hace más que confirmarlo con algunos planos también dignos de un análisis exhaustivo que excede por mucho este espacio. Pero que quede claro que Zemeckis es también un realizador que ha explorado la forma cinematográfica como pocos lo han hecho.

El héroe de una sola cara

“Beowulf” es considerado el más antiguo poema épico anglosajón conocido. Se estima que fue escrito entre los siglos VII u VIII, aunque el único manuscrito que se conoce data de dos siglos más adelante. Se desconoce el nombre de su autor, así como también el de su título original, aunque se lo llamó así por la figura de su héroe. La importancia de este texto es inconmensurable e incluye gran parte de la mitología posterior, entre la que obviamente contamos al Rey Arturo, y la construcción de otros héroes y sagas, como por ejemplo la de “El señor de los anillos”, por dar un ejemplo del siglo XX. A pesar de su gran fama, el “Beowulf”  ha sido mucho menos valorado que otros clásicos y se han realizado extensos y profundos debates sobre el mismo, en particular entre lingüistas debido al tema del idioma y la construcción de los versos. Sin embargo, siempre ha sido considerado unánimemente como un texto simple en cuanto a la historia. En sus clases, Jorge Luis Borges explicaba que: “Tenemos dos hazañas del mismo héroe. Las dos hazañas están separadas por un intervalo de cincuenta años y no hay ningún conflicto en el poema. Es decir, Beowulf cumple siempre con su deber de valiente, nada más. Muere valerosamente.”
Tolkien recurría –tal como lo hacía Borges– también al escocés William Paton Ker y su libro The Dark Ages (1904) para hablar de la importancia de “Beowulf”.  Citaba a Ker cuando éste se hacía preguntas acerca del libro “No es absoluto imposible llegar a considerar los méritos de Beowulf en su justa medida, aunque un excesivo entusiasmo haya llevado a veces a sobrevalorarlo, o el gusto por lo correcto y lo sobrio haya hecho que se desprecien las figuras de Grendel y el Dragón”. Ker tenía dudas sobre el libro, pero años más tarde revisó sus ideas. Lo que sí se nota es que algo le parece no del todo resuelto, no del todo dicho. A partir de este concepto parece haberse escrito el guión del film Beowulf. Ker dice: “Es curioso, pero su estructura resulta ridículamente endeble. Porque mientras que la historia principal es la simplicidad personificada, el más llano de los lugares comunes de la leyenda heroica, las constantes alusiones históricas que la rodean remiten a un mundo de tragedia”. No sería absurdo entonces que frente a esto veamos al guión del film como esa tragedia esbozada pero jamás narrada. La verdadera historia de Beowulf, y no la leyenda.

Cuando el héroe sufre una caída

El guión de Beowulf es una clara modernización del libro. Entre esta obra antigua y el siglo XXI pasaron muchas cosas, incluida, claro, la historia del cine, pero también un sinfín de pensadores y filósofos que hicieron evolucionar la mirada que se tenía acerca de muchos temas. También pasó William Shakespeare con obras como Macbeth, de la cual este film parece por momentos también deudor. En cada detalle del libro original la película parece encontrar el sentido para generar un nuevo universo. Borges asimismo decía: “Ahora, aquí estamos ante una costumbre, un prejuicio moderno que nos aleja del poema. Decimos hoy, o es mejor, hay la idea de que un hombre valiente no debe ser jactancioso. Pensamos que todo jactancioso es como el miles gloriosus de la comedia latina, que todo jactancioso es cobarde. Pero esa idea no existía en general en la antigüedad. Los héroes se jactaban de sus hazañas y podían hacerlo. Al contrario, se animaban con ello.” Es cierto, en el film nos sorprende lo jactancioso que es Beowulf, pero también es importante observar que a partir de eso se vuelve más amarga la contradicción entre el héroe que todos creen que es, y el rey amargo y fracasado que en realidad resulta. Su estigma de ser el asesino de la madre de Grendel es el equivalente del héroe fordiano de El hombre que mató a Liberty Balance. En el film de Ford, el asesino era otro; aquí es aún peor, pues la madre de Grendel aun vive, el héroe ha engendrado un nuevo monstruo con ella. No resulta extraño la cita a John Ford, ya que cuando se trata de una reflexión acerca del héroe, el mito, la construcción de un sociedad y el precio que se paga por ello, siempre resuena su nombre a lo lejos. Ford es, tal vez, el más filósofo más grande que ha dado la historia del cine y son muchos los caminos que conducen a él. Beowulf posee una innegable mirada fordiana del mundo. Como Ford, el film de Zemeckis nos muestra que la sociedad necesita héroes para avanzar, para sostenerse, aun cuando para el propio héroe –que carga con el peso de una mentira para no destruir la cohesión que el mito produce– su figura no sea la de tal, al menos no en los términos que se relata. Cómo bien analiza Tomas Carlyle, en su libro Los héroes, el paganismo escandinavo venera héroes de una clase distinta a la que luego se veneraría con el advenimiento del cristianismo. “Se terminó el tiempo de los héroes”, comenta en doble sentido Beowulf a su leal amigo Wiglaf. Y agrega que a partir del cristianismo sólo se admira a los mártires y a los llorones. Una sentencia dura, pero no carente de sentido. Lo fordiano aumenta cuando somos testigos que la historia de la carrera de natación que Beowulf cuenta es falsa. Los amigos saben que es exagerada, pero nosotros directamente sabemos que no es como él la cuenta –vemos lo que Beowulf ve en su memoria. Por lo tanto, no resulta sorprendente que Beowulf, a diferencia de lo que ocurre en el libro, se sirva de una cadena, de una palanca y de la ayuda de su Wiglaf para arrancarle el brazo a Grendel; historia que, luego veremos, es cambiada años más tarde y representada tal cual aparecía en el texto original mientras el propio rey Beowulf observa la interpretación con desgano. En ese momento la película asume una complejidad suprema. El rey aplaude la falsa historia que se cuenta sobre su persona, pero tanto él como el espectador saben que es mentira, no sólo esa historia, sino la que realmente lo llevó a ser él. Alguna vez le pregunté a Terri Gilliam por qué le interesaba tanto el medioevo y el me contestó que “en el medioevo las metáforas tenía formas concretas, reales, tangibles”. En Beowulf , la mentira y la sed desmedida de poder cobran la forma literal de un dragón al que el propio Beowulf deberá matar para saldar cuentas con su propio pasado y para salvar a su pueblo. La muerte del dragón, su propio hijo, es la única posibilidad de volver a ser héroe para sí mismo, no para el común del pueblo que ya lo consideraba como tal.

Sed de mal

Pero Beowulf se sumerge en muchas más líneas que éstas, aun cuando se trata de una película de extraordinaria concentración dramática, en donde realmente pasan cosas significativas y relevantes en cada escena. Es de destacar la perfección de un montaje que consiste en mucho más que pegar planos y que le va otorgando mayores niveles de sentido a cada una de las situaciones que ocurren en el film. Se trata de un film plagado de sutilezas que no hay que pasar por alto. Si “Beowulf “narraba, como muchas historias medievales, el paso del paganismo al cristianismo, el film lo hace con particular amargura. No pondera el paganismo, sin embargo, el máximo defensor del cristianismo es Unferth, quien por primera vez se refiere a esta nueva religión mientras orina y charla con otro hombre. Más tarde se lo calificará de “violador de vírgenes” y se sabe que mató a sus dos hermanos al encontrarlos con su madre teniendo relaciones carnales. Unferth, además, siempre tiene algún joven y débil esclavo al que maltrata físicamente. Traicionero y cobarde, el personaje carga una gran cruz en la última parte del film, en una sociedad que ya se ha vuelto cristiana.  Wealhtheow, la reina, también se aferra a esta religión, luego de vivir dos veces la condena de un lecho frío junto a los hombres cuyo deseo de poder los ha llevado por otros caminos. Wealhtheow parece más reprimida que puritana, aunque su marca trágica es igual a la de los demás personajes. La sed de poder engendra un círculo de destrucción, tal cual decía la famosa frase de Lord Acton “El poder tiende a corromper, el poder absoluto corrompe absolutamente”. Pero lo trágico de este film es la total conciencia de los personajes –cada uno lidia con ello a su manera– sobre la mentira en la que todos habitan. También hay una fuerte idea acerca del poder en relación con la sexualidad y el concepto de virilidad está expresado de forma clara en la pelea con Grendel, que Beowulf tiene desnudo. Aunque en un principio parece una mala idea, pues la censura no permitiría mostrar sus genitales, luego vemos que la escena termina por poner  todo su interés en eso y no en la pelea en sí misma. Así como el desnudo de la madre de Grendel (inexistente en el libro, tal como toda la belleza falsa del personaje) es nuevamente ambiguo. Aunque nada tapa su pubis, claramente no tiene genitales, con lo cual es más una promesa que una realidad. Sabemos que su forma verdadera es horrible, y lo que Beowulf (y antes Hrothgar) ve en ella es la sed de poder. Héroe trágico, su historia se repite una y otra vez, una maldición que pesa no sobre un hombre, sino sobre los seres humanos. El plano final –impensable para un film comercial de esta clase– no indica necesariamente la repetición de la historia en un personaje en particular, sino la maldición que pesa sobre las personas que buscan y acceden al poder, así como también la certeza de la caída de nuestro héroe en ojos de quien más confiaba en él. Más de diez siglos después de que se conociera la leyenda, la verdadera historia finalmente llega a la luz. El dilema final de Wiglaf no es perpetuar la maldición, sino saber que debe continuar la mentira. Con los años estas historias se vuelven inmortales, pero para quienes tuvieron que vivirlas, se trata de un peso en el corazón que arrastra consigo cualquier atisbo de felicidad o triunfo. Amarga y profunda reflexión sobre el poder, Beowulf es una obra maestra del cine contemporáneo que, aun con fallas y limitaciones, se eleva como una experiencia cinematográfica a la que vale la pena acercarse.