Bodyguard es una miniserie de seis episodios que se convirtió en un fenómeno cuando BBC la estrenó en Reino Unido. Aunque el éxito en televisión y ahora en Netflix puede convertirla en una serie o en una miniserie con segunda parte, como ocurrió, por citar un caso famoso, con House of Cards en su versión británica. No habría que descartar una versión hecha en Estados Unidos tampoco. Lo cierto es que Netflix va generando éxitos que frente a la confusión de oferta que la plataforma ofrece, también se convierten en éxitos instantáneos. Seis episodios, de todas formas, es un clásico formato de las series que pasa BBC, donde las temporadas muchas veces son de tres o cuatro episodios. Menos es más, y en general no hay que alargar las tramas.
El guardaespaldas del título es David Budd, veterano de guerra que trabaja ahora fuera del ámbito militar y le asignan que proteja a la ministra del interior Julia Montague. El trabajo de Montague es la seguridad interior, la migración y asuntos internos. Ella apoyó en el pasado –y sin remordimientos- la intervención en Afganistán, guerra por la cual Budd tiene secuelas físicas y psíquicas. A pesar de no coincidir con ella, su trabajo es dar la vida para protegerla. Como se verá desde el comienzo, ese no es un trabajo sencillo.
La miniserie se comporta como tal, tiene giros de la trama propios de un relato que cierra y no se dispersa en demasiados personajes y subtramas. Amenaza e interactúa con otras películas y series, desde El guardaespaldas hasta Homeland, pasando por El embajador del miedo. Estos coqueteos con otras series o películas no significan que Bodyguard irá por los mismos caminos, solo tiene algunos elementos aquí y allá y en su ambigüedad aprovecha para servirse de relatos presentes en el imaginario del espectador.
A la mencionada brevedad como un rasgo positivo hay que sumarle un aprovechamiento de la ciudad de Londres como pocas veces se ha visto. La serie transcurre verdaderamente en la ciudad, cada calle, cada lugar, todo se siente real, auténtico en cada plano. Eso le suma mucha autenticidad a una trama que carece de cualquier verosimilitud. La ciudad ayuda que las cosas se vean, aunque sea por momentos, como parte del mundo real.
Por otro lado, el guardaespaldas atormentado está un poco lejos de lo que se espera de un personaje así. El nivel de fragilidad que posee el personaje no se condice con su rol y sus actitudes en la serie. Si se lo compara con guardaespaldas como los que interpretaron magistralmente en cine actores como Kevin Costner o Clint Eastwood, este personaje adaptado a los tiempos que corren y la psicología siempre atormentada y ambigua de las series actuales resulta por momentos un poco absurdo. Pero claro, la eficacia en el uso de la ciudad y buenos momentos de suspenso y acción hacen que toleremos este personaje un poco ridículo. De hecho ese parece el gran objetivo de Bodyguard: disimular a puro oficio las falencias de una trama muy forzada. Mantener a los espectadores en vilo al menos una vez por episodio y otorgar un número importante de vueltas de tuerca para que nadie se distraiga o aleje.
La fuerza de la serie en los primeros tres episodios se va apagando a partir del cuarto. Si comparamos la escena inicial en el tren, al comienzo de la serie, y la el clímax final en la ciudad, en el final de la serie, queda claro que algo se la eficacia se ha perdido en el camino. La serie no nos pide tanto, nos ofrece un espectáculo bien filmado y entretenido y cierra todo en seis episodios, sin alargar sus temas, ni sumar demasiados personajes. Aunque hay espacio para una segura segunda temporada, bien podría darse por cerrada aquí. Muchos detalles muestran que también es una historia para los tiempos que corren. Su tratamiento de la psicología de los personajes principales, su retrato de las minorías y su notable presencia de personajes femeninos en roles importantes son algunos detalles que marcan su éxito en esta época. Para policiales más contundentes, complejos y breves, siempre será una mejor chance acercarse a otras series de la BBC, como por ejemplo Luther, que tiene todas las virtudes de Bodyguard y ninguno de sus defectos.